Inicio The Open Championship The Open Championship 2017 Ninguna placa recordará en el 13 que allí ganó la Jarra

Ninguna placa recordará en el 13 que allí ganó la Jarra

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Jordan Spieth besa la Jarra de Clarete como campeón del Open Championship. © Golffile | Fran Caffrey
Jordan Spieth besa la Jarra de Clarete como campeón del Open Championship. © Golffile | Fran Caffrey

Ninguno sesudo comité de Royal Birkdale o consejo de ancianos acordará nunca poner una placa en el hoyo 13 del recorrido de Southport que conmemore el suceso. Al fin y al cabo no fue más que un bogey.

Sin embargo, lo que parecía la definitiva capitulación de Jordan Spieth se convirtió en el punto de inflexión que necesitaba su vuelta para ganar el Open Championship. Su terrorífico golpe de salida en aquel hoyo, el enésimo del día, fue su salvación. Fue un descomunal ‘slice’ que acabó empotrando la bola en una duna de Royal Birkdale. El campo de Southport engullía su bola y casi firmaba su sentencia de muerte. Su suerte parecía echada y, sin embargo, lo que ocurrió es que su suerte empezó a cambiar.

La bola estaba injugable y Spieth tuvo que dropar. Eligió hacerlo hacia atrás, en línea a la bandera hasta encontrar el mejor punto posible desde donde pegar el tercer golpe. Y retrocedió, y retrocedió, y retrocedió hasta acabar en el mismísimo campo de prácticas de Royal Birkdale, rodeado de los camiones donde las marcas arreglan los palos. Qué guiño del destino más fabuloso. Su swing hasta ese momento estaba absolutamente descabalado, no conseguía meter una bola en calle y fue precisamente su paso por el campo de prácticas lo que cambió la historia. No volvió a fallar un golpe.

Spieth pegó un golpe sublime con hierro. Un tiro ciego que acabó al borde de green. Su esfuerzo fue descomunal, pero aún le quedaba un approach endiablado. Tenía que jugar por encima del búnker y el green le recibía cuesta abajo con la bandera corta. Una situación de esas que dices “tierra, trágame”, salvo que seas Jordan Spieth. El mago del juego corto se sacó un nuevo conejo de la chistera. El golpe fue extraordinario y salvó el par con un putt de dos metros. Ya nada volvió a ser igual…

Más allá de la bonita casualidad para un cronista de que Spieth ‘pasara’ por el campo de prácticas, el lugar donde los jugadores suelen solucionar sus problemas con el swing, lo cierto es que el cambio el norteamericano tras el tercer golpe del 13 fue más mental que de otro tipo.

El bogey en el 13 le hizo perder el liderato por primera vez desde el jueves. Se colocó a un golpe de Matt Kuchar y, de repente, cuando se vio por detrás, recuperó el instinto asesino. Las pulsaciones volvieron a su sitio. Dejó de defender el resultado y se puso a atacar. Si quieres ganar, hay que ir a por ello. No vendrá solo.

En ese instante comenzó una exhibición antológica de Spieth: birdie al 14 rozando el hoyo en uno, eagle estratosférico en el 15 con un putt marca de la casa, birdie en el 16 y birdie en el 17. Su golpe fallado en el 13 sentenció el torneo, pero no de la manera que parecía cuando su bola desapareció bajo las zarzas y el tomillo de litoral que viste el recorrido de Birkdale.

Kuchar aguantó cómo pudo la embestida final de Spieth, pero Jordan ya estaba desatado y nadie lo iba a poder frenar. Nos quedará la duda, eso sí, de qué habría pasado en el torneo si justo cuando Spieth peor lo estaba pasando, en sus primeros nueve hoyos, algunos de los pesos pesados que estaban arriba en la clasificación (Dustin Johnson, Matsuyama, McIlroy, Koepka, Stenson o Grace) hubieran lanzado un ataque en condiciones. Hasta en eso se alió la fortuna con el texano. Ninguno de ellos, y ya es raro, tuvo su día de gracia. Sólo McIlroy reaccionó al final, pero ya estaba muy lejos.

Spieth ha logrado una victoria antológica que ocupará un lugar especial en la historia del Open. Se recordará este British de Royal Birkdale porque fue el primero de un jugador llamado a marcar una época, por cómo lo hizo, dominando de principio a fin, porque hubo viento, lluvia, sol y una jornada final fantástica. Y porque hasta tuvo su golpe icónico al estilo del de Seve desde el párking en Royal Lytham. No, este British no se va a olvidar.

Spieth se convierte en el segundo jugador en la historia, después de Jack Nicklaus, que logra tres de las cuatro patas del Grand Slam antes de los 24 años, se coloca segundo del mundo tras Dustin Johnson y, sobre todo, pone en el punto de mira el PGA Championship, la cuarta pata de su particular Grand Slam. Y es que este chico con cara de yerno ideal parece que lo hace todo como es debido… hasta gana los Grandes en orden (Masters, US Open, British), como si eso pudiera elegirlo uno. Será por eso que lo llaman el ‘Chico Maravilla’.

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