Un hierro largo en el hoyo 16, par 3, que se iba directo a la izquierda. Un aprochito desde la depresión con una madera, a rodar, que no coronaba, el siguiente que se pasaba unos cuatro metros y dos putts. Resultado: un doble bogey que destrozaba una vuelta muy bien trabajada bajo una lluvia constante, madurada con paciencia y saber estar y relanzada con birdies en los hoyos 8, 11, 13 y 14…
Acto seguido, todavía salvaría Sergio García (+4) dos pares en el 17 y el 18, pero el esfuerzo resultaba baldío. Y la situación ya es desesperante para el jugador español, tal y como mostraba un rostro casi ido mientras atendía a los medios. “Ha sido un problema de ayer, un poco de hoy, de los últimos tres meses… Pero bueno, esto es lo que hay”, señalaba a duras penas.
Nunca en toda su carrera había fallado cuatro cortes consecutivos en los Grandes
Aunque en Francia daba esperanzadoras muestras de recuperación, todavía no ha cogido la onda en los ‘majors’. Nunca en toda su carrera había fallado el de Borriol cuatro cortes consecutivos en los Grandes, justo lo que acaba de ocurrir en Carnoustie. Digamos que el patinazo en el PGA de 2017, el primero de esta serie de cuatro, puede atribuirse a la pura estadística, a una mala semana, pero la cadena de 2018 va más allá.
Aquel devastador hoyo 15 en la primera jornada del Masters sigue pasando factura. Su confianza no ha llegado a restablecerse al ciento por ciento desde entonces y la dinámica en la que se encuentra es de color ceniza. No es sencillo de explicar, aunque en realidad le ocurre a todo el mundo en sus quehaceres diarios: esas rachas pestosas en las que, se haga lo que se haga, nada sale redondo.
AUDIO | Sergio García, muy tocado tras fallar el corte en el Open
Sergio ha luchado hoy todo lo que podía y un poquito más. Le ha ido dando la vuelta a una jornada que había comenzado torcida con un bogey en el hoyo 2 y ha llegado a ponerse dos menos, metido en faena y dentro del corte. Por eso, no se puede hablar de ofuscaciones técnicas. Su juego está ya ahí llamando a la puerta, como lo demuestran la calidad de sus entrenamientos y, sobre todo, como se comprobó en competición en el Golf National, pero en los momentos delicados de una vuelta o de un torneo todavía le está faltando el temple y la seguridad.
No hay recetas ni tratamientos agresivos para este tipo de ‘dolencias’. Sólo queda tomárselo con filosofía, desdramatizar y, por supuesto, apretar los dientes mientras se compite, esperando a que escampe.
