Es el defensor del título, sigue siendo el Número 1 del mundo y hasta anteayer, como quien dice, era el jugador más en forma y poderoso del planeta y probablemente también desde los mejores tiempos de Tiger Woods. Sin embargo, un accidente ‘friki’, como él lo denomina, en el día previo al comienzo del Masters, interrumpía abruptamente su avasalladora marcha. Desde entonces Dustin Johnson no ha terminado de dejar bien claro si va a recuperar o no aquel galope majestuoso: reapareció en el Wells Fargo con un excelente segundo puesto, acto seguido acabó 12º en el THE PLAYERS, luego 13º en el Byron Nelson y finalmente fallaba el corte en el Memorial…
La temporada se le ha enfriado un poco, así que esta semana su nombre no ha sonado con tanta fuerza, lo que no deja de ser curioso (recordémoslo: era el absoluto favorito en Augusta antes del resbalón traicionero). ¿Qué pasa entonces con Dustin? Señalemos en primer lugar que ha sido padre de un niño el pasado lunes, dándose la no menos curiosa circunstancia de que el de Carolina llego a plantearse días atrás si podría o no podría jugar el US Open. Incógnita más que despejada. Hoy se le veía feliz. Relajado. Y afilado. Muy afilado. Está totalmente convencido, y así lo ha expresado públicamente, de que el campo le viene que ni pintado y ha explicado que ha trabajado muy duro después de fallar el corte en el Muirfield Village. Asegura que se está hinchando a pegar drives en Erin Hills, que los está pegando muy bien y que el hierro más largo que ha cogido en calle ha sido el 5… Se muere de ganas por dedicarle el triunfo el domingo a River Jones Johnson, que así se llama el recién nacido, y al resto de los mortales no nos queda más remedio que situarlo de nuevo en lo más alto de las quinielas.
