Rafa Cabrera Bello (+1) se presentaba ante los medios con el rostro demacrado después de librar una emocionante batalla con Erin Hills para pasar su tercer corte en un US Open (en cuatro intentos, que no está nada mal).
Lo último que había hecho antes de firmar su tarjeta de 73 golpes fue embocar un putt de metro y medio para salvar el par en el hoyo 9, el último de su vuelta, acción decisiva para pasar el corte, aunque eso no lo tenía claro en ese momento… “Mis cálculos eran que el corte estaría en +2, pero nunca estás seguro. Lo que sí tenía claro es que el +1 entraría seguro, así que ese último putt era la guindita”, señalaba aliviado.
Mucho estrés no sufría en el arranque de la vuelta, embocando un putt desde unos quince metros para comenzar con birdie. Después de jugar muy buenos hoyos sin aprovechar un buen puñado de opciones que se había procurado, los problemas serios venían cuando encadenaba dos bogeys en los hoyos 18 y 1, ambos pares 5 donde uno siempre espera sacar alguna renta.
Pero Rafa hoy ha rebotado siempre en positivo. A esa pequeña cadena de errores respondía con dos birdies sensacionales en los hoyos 2 y 4, y al tenebroso doble bogey que le caía después en el hoyo 6 (ganchito desde el tee en este par 3 rumbo a la grada), replicaba con una magnífica opción de eagle en el 7, que finalmente quedaría en un birdie.
El canario anda despierto y con brío, y los líderes están a ocho golpes con 36 hoyos por jugar. No nos engañemos, llegar hasta ahí arriba parece una tarea demasiado complicada, pero el día del movimiento está ahí, para agarrarlo del cuello. Hasta la fecha, en los quince Grandes que ha jugado antes de este US Open, su mejor clasificación ha sido el 17º puesto que obtuvo en el Masters de 2016, y esta línea también parece un primer objetivo muy goloso que ponerse.
