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Sergio García, sereno en el error y en el acierto

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Sergio García. © Golffile | Eoin Clarke
Sergio García. © Golffile | Eoin Clarke

Sergio García había expresado en los días previos al comienzo del US Open el ferviente deseo de recuperar aquel compromiso exhibido en el juego durante la semana del Masters de Augusta. Estudiar cada golpe y comprometerse con la decisión tomada antes y después de la ejecución; o lo que es lo mismo: si sale, fantástico, y si no sale, se acepta el error y a seguir marchando, que es gerundio. Pues bien, del asunto ha dado una lección magistral en el primer hoyo que jugaba en este US Open, el 1 de Erin Hills, par 5…

Una buena salida había dejado al español con la bola a unos 225 metros de la bandera, aunque por la vía más peligrosa, la que sobrevuela la amplia esquina izquierda de este dog leg, cuajada de hierba salvaje, frondosa, espesa, compacta y altísima, una zona que además está marcada como obstáculo, por lo que un error asegura un pequeño desastre. Tenía tres opciones y cualquiera hubiera sido válida: jugar de dos a green, pero yendo por la derecha de la bandera, o bien jugar de dos a green, pero eligiendo la línea más agresiva, a por el mismo trapo, o una tercera opción mucho más conservadora que consistía en no arriesgar en el primer hoyo de un US Open y jugar a colocar.

Sergio eligió la segunda de las opciones y agarró la madera 5. El tiro fue sencillamente esplendoroso, perfecto. Y además, luego embocaba desde el borde posterior del green un putt de unos siete metros para arrcancar con eagle. Si esto no es una muestra de compromiso…

Sergio es el primer jugador que arranca un US Open con eagle desde que lo hicieran en 2003 Sabbatini, Goosen y Brian Davis en Olympia Fields. El de Borriol no pede asegurarlo al ciento por ciento, pero casi está seguro de que es la primera vez que consigue un eagle en el primer hoyo de un Grande. Su año 2017, qué duda cabe, es el de las grandes campanadas y los constantes aldabonazos.

Mantuvo la excelencia hasta el hoyo 6, aunque no remataba en los greenes, y después, cuando comenzaron a llegar los errores, sobre todo con los segundos tiros, en ningún momento se le vio siquiera preocupado o agobiado. Al revés, su actitud, de principio a fin de la vuelta, ha sido la de un jugador muy centrado en lo suyo y paciente. Luchador. O comprometido, si ustedes quieren…

Los birdies en los hoyos 15 y 18, así como una oportuna y brillante recuperación en el 17, remataban un 70 más que notable, dos menos en el día, que sitúa al español en la zona noble de la clasificación, sin apretura ninguna de cara a la jornada del corte. Su rostro recordó al del Augusta National (aunque en realidad ya hace tiempo que Sergio no pierde ni cinco segundos en lamentos) y también su juego por momentos, aunque este jueves haya sido más irregular que en el coloso de Georgia. Al acabar la vuelta aún le esperaba una última tarea, la de pasar el control antidoping. Pero la espera, mientras se bebe a chorros y a la orina le da o no le da por hacer acto de presencia, siempre es más agradable con una tarjeta bajo par en el bolsillo.

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