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La plenitud de Miguel

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Miguel Ángel Jiménez ya se sentía un hombre Ryder hecho y derecho antes de acudir a esta edición de 2010. Pero él soñaba con alcanzar la plenitud en esta competición. Alguien que se ha visto vencedor tantos domingos a lo largo de su carrera, todavía esperaba sentir sobre sus hombros el peso definitivo de la responsabilidad. Así que hoy, al fin, ha cumplido otro sueño. Y van unos cuantos este año…

Porque la actuación del malagueño ha resultado decisiva. Luchaba en los individuales ante Bubba Watson, un pegador monstruoso que en un día inspirado puede llevarte de cabeza, pegando casi siempre después que tú en calle y con la posibilidad muy factible de mejorar tus golpes con uno o dos hierros menos (y hasta tres…) en las manos.

Pero Jiménez ha controlado las operaciones en la primera mitad de su vuelta, para avasallar a Watson por los segundos nueve. La cuestión no es baladí, puesto que Jiménez dio lo mejor de su juego (ha estado enorme en los greenes, por ejemplo) cuando él mismo se dio cuenta, mirando a los marcadores, de que la cosa se estaba poniendo fea.

El golpe del español que quedará en el recuerdo va a ser sin duda esa complicada sacada de bunker en el green del 15, donde finalmente firmaba su aplastante victoria por 4 y 3. Tenía una postura muy incómoda y era muy complicado dejarse desde ahí una opción clara de birdie. "Tenía un pie fuera del bunker, pero yo sólo pensaba en pegar a la bola con ritmo y hacerla rodar por el green. Y me salió perfecta. Es muy especial saber que tu victoria le ha ayudado al equipo a ganar la Ryder", explicaba después el malagueño.

Jiménez se ha sacado una espina muy profunda. Era su cuarto partido de individuales en su cuarta Ryder y hasta hoy nunca pudo ganar ninguno. Ni siquiera sacar un empate. Y lo había rondado. En 1999 llegó hasta el hoyo 17 ante Steve Pate (2 y 1 le ganó finalmente), en 2004 llegaba hasta el 18 ante Di Marco (1 arriba al final) y en 2008 estrechaba la mano de Furyk en el hoyo 17 de Valhalla.

A este punto de hoy hay que añadir, además, el obtenido ayer en fourballs junto a Hanson, con una actuación estelar en los últimos hoyos, donde se estaba ventilando la victoria. Ha sido mucho más que un maquillaje a sus números de Ryder, porque él ha sido un pilar indiscutible del equipo europeo en Celtic Manor.

Quizá pensaba Miguel que se encontraba en el ahora o nunca. Cuesta imaginar que podrá meterse de nuevo en un equipo europeo de la Ryder, pero no es ninguna tontería recordar que este hombre siempre consigue todo lo que se propone. Sueña y siempre parece quedarse corto. Es muy probable que aún nos tenga reservada más de una sorpresa. ¿Alguien se atreve a afirmar lo contrario después de este 2010?