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PINCELADAS DE LA RYDER (I)

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Relación desordenada de sensaciones en una Ryder. Más allá de resultados. Son sónidos, imágenes…

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Vista del hoyo 18 del K Club durante la Ryder

-Después de un eterno peregrinar desde las cuatro de la madrugada entramos al fin en el K Club y ahí estaba Tiger, en el putting green, tan pancho. Y yo, apoyado en una pequeña valla de madera mirando. Jim Furyk también. Furyk tira tres putts desde unos tres metros y entra sólo uno, llorando… ¿Dónde está la gente? ¿Está aquí Tiger y no hay que hacer cola para mirar? La gente, evidentemente, está muy ocupada en reservarse buenos sitios para pasar una cómoda y emocionante primera jornada de Ryder. Nosotros somos un poco más torpes, pero no ha estado nada mal ver al Tigre, ahí, mirándonos a veces de reojo con el rostro afilado.

-Woods lanza su primer golpe desde el tee del hoyo 1… Y se va derechito al agua. Estábamos tres españolitos tomando un café y lo vimos por una de las pantallas gigantes… Primer gran rugido del K Club. Rugidos, rugidos… La Ryder es una sucesión de rugidos más o menos contenidos.

-Llueve sin descaro. Jarrea. Agua irlandesa. La peña no muda el gesto. Si cae agua, te empapas y punto, no hay más qe hablar. No pasa nada, es sólo agua.

-El sonido del sand de Mickelson en una sacada de bunker. Hoyo 3. Me pilla a unos cinco metros. Cómo zumba el palo, qué aceleración para sacar flotando la bola en una almohadilla de arena. Una pasada.

 

-La cara de los aficionados, o al menos de la mayoría: es la viva imagen del disfrute. Si encima se gana de paliza…

-¿Hemos tomado la decisión acertada? Los tres españolitos asumimos la determinación de mantenernos casi siempre en movimiento, siguiendo partidos. No es sencillo… Mucha gente, barro… La Ryder es una pregunta que nunca acaba: ¿a qué hoyo vamos ahora? Con un plano en la mano que está chorreando, y los horarios… Hay que elaborar planes milimétricos y casi militares, con disciplina, como haría el mismo Rommel: nos desplegamos hasta aquí, nos atrincheramos junto a esta trampa de arena, luego nos desplazamos hasta este otro sitio, una pausa para cargar combustible… Entre medias, algunos golpes de golf. Y el ambiente. La Ryder es el ambiente y hay que vivirlo, si se puede, al menos una vez en la vida. Para ver golf mejor te quedas en casa y te chupas del primer al último golpe como Dios manda.

 

-Tiger apenas sonríe. Hasta ahí, todo normal, porque no suele hacerlo demasiado mientras juega. Pero en un par de tees llego a estar tan cerca de él como para acertar a ver su ceño fruncido. Anda tenso el número uno… Furyk y él se miran, asienten el uno al otro, cuchichean de vez en cuando, muy poquito, lo justo…

 

Por David Durán