Durante la rueda de prensa que ha concedido hoy en Le Golf National de París, a menos de 72 horas de iniciar una nueva participación en la Ryder Cup, Tiger Woods ha explicado cómo fue su viaje desde East Lake, lo «agradable» que ha sido «poder estirar las piernas y salir a jugar a buena temperatura», y «las muchas similitudes del campo» con lo que su capitán, Jim Furyk, les ha venido transmitiendo en las últimas semanas.
Pero además, el californiano, brillante ganador del TOUR Championship en Atlanta el pasado fin de semana, ha tenido tiempo para recordar una emotiva historia de su carrera profesional a raíz de la pregunta de un periodista, en la que, viendo el interés que ha mostrado durante todo el año por jugar esta Ryder, se interesaba por saber si alguna vez en su vida su juego se había visto perjudicado por el exceso de ansiedad y de ganas de ganar.
«Sinceramente, sí, sólo una vez. Es posible que alguno de ustedes conozca ya la historia, la he contado en alguna ocasión», confesó el Tigre. «Fue en el Masters de 2006, lo intenté con unas ganas enormes y fue por razones equivocadas. Mi padre se estaba muriendo y sabía que ese podía ser el último evento en que tuviera la oportunidad de verme jugar. Traté de ganarlo para él», desveló Woods.
«Me obsesioné tanto en los últimos nueve hoyos, que fallé un montón de putts y terminé perdiendo el torneo. Después, tuve una charla con él, y básicamente me echó la bronca: ‘Pensé que te había enseñado a jugar a este juego por tu propia felicidad, por ti mismo, por tu propia alegría. Eso es lo que te he enseñado toda tu vida’. Y tenía razón», detalló Tiger.
«Después de aquello, seguí adelante y gané el Open Championship un par de meses después. Es la única vez que me salí de mi camino y me obsesioné por ganar como fuera, sólo por las circunstancias por las que estaba atravesando en ese momento», explicó el californiano, que en esta segunda etapa de su carrera deportiva, y con confesiones como la de hoy, está mostrando día tras día su lado más terrenal.
