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Ryder, mira dónde pisas…

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Todo lo que está ocurriendo esta semana en Celtic Manor, en Gales, debe mover a una profunda reflexión a quien corresponda, en este caso seguramente a la sociedad Ryder Cup Europe que organiza, mueve e ingresa cifras multimillonarias por este magnífico evento…

Ojo con estresar más de la cuenta a la gallina de los huevos de oro.

La creación de la Fedex Cup fue un torpedo en la línea de flotación de la Ryder, de acuerdo. Descuadró el calendario, retrasando peligrosamente la celebración de la Ryder y, además, multiplicó los esfuerzos de los mejores jugadores, sobre todo en año Ryder.

Dicho esto, la Ryder Cup Europe debe tener más capacidad de previsión. Más reflejos. Y más respeto por el aficionado. Debe cuidar de que lo verdaderamente importante sea el desarrollo del juego. Y si para ello hay que gastar un poco más, o  ingresar un poco menos, pues qué le vamos a hacer.

Es bien cierto que cuando la Fedex se inventó ya estaba asignada hace años la sede de Celtic Manor, que de un modo u otro paga una barbaridad por hacerse con el evento. Y es bien cierto también que resulta imposible calcular con años de adelanto los litros de agua que van a caer del cielo.

Pero también lo es que ha habido tiempo de sobra (cuatro años) para prever algunas contingencias. Por ejemplo, si absolutamente todo el mundo sabe a pies juntillas que será una Ryder pasada por agua (en Gales, y a principios de octubre es lo más normal), pues habrá que hacer lo que haya que hacer…

Por ejemplo, plantearse en estos cuatro años una mejora radical del drenaje. En las Islas Británicas siempre se ha jugado bajo el agua, y resulta que el Twenty Ten, escenario de una Ryder y diseñado y construido exclusivamente pensando en ella, y que por ello debiera ser precisamente un campo a prueba del mismísimo monzón, se resfría si caen 14 litros por metro cuadrado en doce horas (así ocurrió entre el miércoles y el jueves; hoy está cayendo más). Es una cantidad respetable, pero no rotunda o definitiva.

Mejorar los accesos del aficionado (ay, esos parkings anegados…). Mejorar las condiciones para la circulación de esos aficionados (que pagan 130 libras por la jornada del domingo, agárrate) por el campo…

¿O es que, estimada Ryder Cup Europe, el pliego de condiciones que exigimos a las sedes candidatas continentales, no se mira y revisa con la misma lupa en cuanto entramos en las Islas Británicas? Sin masa, sin rugidos, sin decenas de miles de aficionados, no existiría una Ryder tal y como hoy se entiende y contempla. Cuídenlos, que hasta su intocable y venerada cartera lo agradecerá a largo plazo.