Pablo Larrazábal abrió ayer las puertas de su restaurante Cocomo a los medios. Una cena abundante y variada. Y no es sólo que sea de bien nacidos el ser agradecido, es que el local y las viandas merecen todo el reconocimiento. Tienen personalidad.
A Tengolf, en todo caso, casi le interesa más la trastienda de esta aventura, porque detrás del proyecto hay sencillamente una historia de amistad. Pablo, Alberto y Cristian son amigos desde que apenas levantaban un palmo del suelo. Hoy, Pablo se ha asociado con Alberto, que ya se manejaba con soltura y éxito en el negocio de la restauración, y ambos han contratado a Cristian como encargado del Cocomo. Gala, que dentro de nada se convertirá en la esposa del jugador (se casan en agosto) también echa una mano de peso.
En cuanto se rasca un poco es sencillo darse cuenta de que no se trata sólo de un negocio: estos muchachos parecen realmente decididos a cuidar los unos de los otros.
