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Blog de Alejandro Cañizares haciendo repaso a 2020 y mirando a 2021

Un cambio técnico, la varicela y el contacto físico

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Alejandro Cañizares. (© Golffile | Thos Caffrey)

Ha sido un año difícil y complicado para todos y eso que, al menos, nosotros hemos sido unos privilegiados porque hemos podido jugar y ejercer nuestra profesión. Otros no han tenido tanta suerte. En todo caso, 2020 ha sido muy extraño. A mí me ha costado mucho tener la cabeza en su sitio. Lo mejor de todo es que he podido pasar mucho tiempo con mi hija pequeña, algo que no habría sido posible en un año normal. Eso es lo más positivo y lo que más he disfrutado.

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En cuanto al golf diría que ha sido un año pobre pero con mucho que aprender, sobre todo en qué trabajar y cómo hacerlo. Antes del parón por el confinamiento no estaba jugando mal, pero a partir de ahí, sin excusas, soy yo y la bola al fin y al cabo, las cosas no han salido. Primero estuve mucho tiempo perdido con el driver. No era capaz de crear confianza. Unas cosas muy raras. Y yo, sin pegarle largo, si encima pierdes calles, se hace complicado hacer resultado. Probé todos los modelos posibles y parece que al final encontré uno con el que me siento a gusto. Estoy jugando el Titleist y desde entonces las cosas van mejor desde el tee. Fue a partir del Portugal Masters.

Sin embargo, cuando parecía que había enderezado el driver, resulta que no era capaz de meter ni una. Tuve una racha horrible con el putter, hasta el punto de que en mitad de la temporada tuve que buscar la manera de ver a Phil Kenyon, mi entrenador de putt, para tratar de solucionar el desaguisado. El asunto es que por una cosa o por otra, la temporada no ha sido nada buena.

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Como os he dicho, mentalmente también me ha costado mucho mantenerme concentrado. Empecé con muchas ganas, pero después de estar tanto tiempo con mi hija se me hizo difícil marcharme y pasar tantas semanas sin ver a mi familia. Os cuento una anécdota para que veáis que yo desde luego he puesto todo de mi parte para intentar estar lo mejor posible. He visto, de una manera u otra, a tres psicólogos diferentes y a una ‘health coach’ que me han ayudado mucho, cada uno a su manera. Mi principal problema este año ha sido el estrés. Durante el confinamiento tuve varicela, sí, a estas alturas… Y no lo pasé nada bien…

En cualquier caso, ya toca pensar en 2021 y en hacer las cosas lo mejor posible. Aún no sé qué calendario voy a poder tener. Yo creo que entraré en el Saudi International. El año pasado me quedé a las puertas y este año juegan seis más, así que espero tener la oportunidad, aunque algún jugador de los que ganó el año pasado se me ha metido por delante en la lista de entradas. Estoy trabajando más seriamente en el gimnasio y en la parte técnica también estoy haciendo cambios.

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Bajo la supervisión de Robert Rock, con el que me voy intercambiando vídeos, estoy tratando de sincronizar mejor las caderas y la parte alta del cuerpo. Yo tengo el problema de que suele desgirar más rápido de abajo que de arriba y después tengo que compensar con las manos. Eso provoca que de vez en cuando me salga un pull. El objetivo ahora es que todo llegue más o menos a la vez en el momento del impacto. Lo que estoy corrigiendo no es mucho, pero al ser un gesto que tienes tan interiorizado desde hace tanto cuesta un montón. Por lo pronto me estoy preocupando sólo de corregir ese gesto y me estoy olvidando del resultado, procuro no mirar ni el vuelo de la bola para centrarme sólo en esa corrección que estoy haciendo, pero cuesta.

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Como os digo, ha sido un año muy difícil. En mi familia perdimos a mi tía durante los primeros meses de la pandemia. A mí personalmente me ha afectado mucho la nueva manera de relacionarnos. Echo mucho de menos el contacto físico. ¡Hasta mi hija me empuja cuando voy a abrazarla! Imagino que eso es porque está bien enseñada…

Bueno, espero que 2021 sea mucho mejor para todos. Yo por mi parte voy a poner todo mi empeño para que así sea. ¡Feliz Año!