Se acerca el fin de año y ya he comenzado hace algunos días a trabajar duro la parte física, de cara a la próxima temporada. En breve, volveré a coger los palos. Como sabéis, en 2021 he perdido la tarjeta o los derechos de juego completos del circuito europeo… No voy a decir que esté contento o que me guste perder la tarjeta, pero en este sentido puedo decir honestamente que veo la situación con naturalidad y deportividad. Dicho de otro modo: si a lo largo de todo un año no has sido capaz de sumar los puntos suficientes, entonces es que no merecías mantener tu categoría. Es una cuestión de deporte y competición, sencillamente. Una cuestión de puro rendimiento. Si no alcanzas el nivel exigido tienes que pagar un precio y yo estoy dispuesto a hacerlo.
El año 2021 ha sido desagradable, digámoslo así, siempre metido en esa lucha por darle la vuelta a la tortilla, sin llegar casi nunca a estar cómodo, suelto y a tope con el swing. Pero dentro de todo eso creo que he trabajado bastante bien, consciente de que es mi profesión.
Por otro lado, el final de la temporada ha sido un poco más esperanzador. Si no me equivoco, pasé siete cortes en mis últimos diez torneos del año y, aunque es verdad que no hubo resultados brillantes, es un registro o un logro que supera a lo anterior. El trabajo con Joaquín Dosil (psicólogo) en el último tramo también me ha ayudado a acercarme de alguna manera a la diana. Hubo una mejora.
¿Cuál es esa diana? La clave del trabajo que estoy siguiendo en todos los sentidos está en conseguir que las malas sensaciones no me dominen ni siquiera en esos días en los que el swing no está perfecto. De alguna manera, y como ya he contado otras veces, todos los intentos que he venido realizando a lo largo de los años por mejorar técnicamente me han hecho perder soltura o naturalidad, lo que provoca muchas veces esas malas sensaciones, independientemente de que, incluso, un día le esté pegando bien a la bola.
Respecto a mis expectativas y planificación de futuro hay un matiz que quiero hacer. Mi objetivo ahora mismo es encontrar esa soltura que me aleje de las malas sensaciones, es jugar bien al golf, vengan como vengan los resultados. Sentir esa frescura en el campo. Ese es el objetivo, mucho más que recuperar en 2022 la tarjeta del circuito, aunque en realidad una cosa podría perfectamente llevarme a la otra. Ya sé que en el fondo viene a ser lo mismo, pero para mí el matiz es importante en el punto en que me encuentro. A partir de aquí, ahora mismo nada ni nadie me quita todavía la idea de poder jugar bien al golf de nuevo.
