Inicio Blogs Azahara Muñoz No tenía yo otra cosa en la que pensar cuando pateó Pettersen

No tenía yo otra cosa en la que pensar cuando pateó Pettersen

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Azahara Muñoz. © Tristan Jones

Han pasado menos de 24 horas desde la mayor gesta deportiva que yo he vivido en un campo de golf y aún estoy temblando. Temblando por la emoción y por el cansancio. Ganar la Solheim Cup en el último putt, literalmente el último putt, es algo demasiado grande como para poder asimilarlo en menos de un día. Necesitaremos más tiempo para digerir lo que ha pasado, lo que hemos vivido. Ahora no es momento de racionalizar, sino de sentir, disfrutar, saborear, reír… Esto es muy grande. Tenía que meterlo. Sí o sí. Y lo metió. Dos metros. Suzann Pettersen.

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Todo fue muy raro. Una montaña rusa. De repente, todo se puso muy negro, como esas atracciones en las que subes, subes y subes y, de pronto, empiezas a bajar a toda velocidad y se cubre la cabina con una tela y te quedas a oscuras sin saber qué va a pasar. Esa fue la sensación que tuve cuando a Charley (Hull) le hace corbata su putt para ganar en el hoyo 17 y a Anne (Van Dam) se le queda la bola clavada en el búnker.

Hay imágenes que se te clavan en la memoria. Yo creo que voy a tardar en olvidar ese momento. Estábamos en el green del hoyo 18, miré a las americanas y lo estaban celebrando. Qué rabia. ¿De verdad vamos a perder? No puede ser, no lo merecíamos…

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Entonces llega un estruendo, nos miramos, se nos ilumina la cara a todas las europeas y pensamos: Bronte Law. Hoyo 16. Algo ha pasado. La imagen de la tele gigante del 18 llega con retraso. El estruendo ya fue y ahora vemos a Bronte pateando pare birdie. DENTRO. Volvemos a creer. Sí, se puede. Se quita la tela del cochecito de la montaña rusa, ves la luz del cielo y empiezas a subir de nuevo despacio.

Vamos al minuto clave de la Solheim. Marina Alex ha fallado y le toca a Pettersen. Algunas no pueden mirar. Yo me como las manos. Suzann estudia el putt y justo en ese instante, no había otro, me acuerdo de que en una entrevista de esa semana me habían preguntado a qué jugadora elegiría yo para tirar el putt decisivo para ganar la Solheim. Dije Pettersen sin dudar. ¿Por qué? ¿Por qué lo dije? ¿Y por qué me acuerdo ahora? ¿No sabes que eso es invocar al mal de la superstición? Estaba de los nervios y se lo comenté a Tim (su marido). Yo había apostado por Suzann y por eso ahora seguro que no lo iba a meter… Ya sabéis, las paranoias…

Pero no. Se ve que Suzann esta muy por encima de todas esas cosas. Primero escuchamos el estruendo del hoyo 17 y apenas 30 segundos después lo mete Suzann… Ya no recuerdo nada más con nitidez. Gritar, levantarse, correr, saltar, abrazarse, volver a abrazarse, seguir gritando, correr ya poco porque no se cabía en el green… La felicidad. La victoria en Irlanda en la primera Solheim que jugué, cuando tuvimos que ganar los tres últimos partidos fue también una pasada, pero nada supera en emoción a lo que hemos vivido en Gleneagles. Lo más grande que me ha pasado en el golf.

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La fiesta ha sido muy larga. Hemos bailado y cantado. Yo me fui a la cama a la una y media, ya que a la una y cuarto apagaron la música, pero algunas siguieron por ahí. Aprovecho para destacar el comportamiento de Marina Alex. Una grande. Fue la que perdió contra Suzann Pettersen y la única de Estados Unidos que nos felicitó cuando estábamos los dos equipos juntos antes de la ceremonia de entrega del trofeo. Se acercó y nos dio la enhorabuena. El resto, nada. Juli Inkster y algunas otras sí nos felicitaron cuando casi nos chocamos en la sala de prensa del torneo. Ellas salían y nosotras entrábamos. No había más remedio.

En la fiesta tampoco vinieron todas las americanas, sólo unas cuantas, Marina, Megan Khang, Angel Yin, Jessica Korda, Annie Park y muy al final apareció Danielle Kang. Es extraño porque lo normal en todas las Solheim es que el equipo que pierde vaya a la fiesta de las que ganan. Marina, sin embargo, estuvo no sólo en la fiesta sino hablando con todas. A mí me dijo que estaba fatal porque en cierto modo se sentía culpable al haber fallado el putt antes que Pettersen.

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Me dolió más el comportamiento de Pat Hurst, vicecapitana de Inkster. Me llevo muy bien con ella, tenemos una relación estupenda en el LPGA y conozco mucho a su marido porque fue representante de PING en Estados Unidos. Pues bien, esta semana cuando íbamos ganando ni me saludaba, ni me felicitaba y ni siquiera me miraba. Sólo se acercó cuando perdí con Angel Yin, y la Solheim ya estaba muy negra, para decirme que había jugado muy bien… Pero bueno allá cada una.

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Precisamente, el partido contra Yin. Me dio mucha rabia perder el punto, aunque la victoria final todo lo tapa. Si el putt del hoyo 16 no me hace esa corbata criminal creo que habría ganando el punto. Tenía preparado un puño para celebrar bestial, pero fue increíble que no entrara. Quiero dar todo el crédito a Angel porque jugó muy bien y me dio muy pocas opciones. Hizo cuatro bajo, ningún bogey y pegó al drive de escándalo. Hubo hoyos que me sacó 70 metros y no falló ninguna calle. Literal. De locos. Pero bueno, el balance es muy positivo. He jugado muy bien y hemos ganado. Estoy súper feliz.

Me alegro especialmente también por Catriona Matthew. Ha sido una capitana espectacular, lo ha hecho muy bien y nos ha encantado a todas ganar por ella. He jugado cuatro Solheim Cup y he tenido la suerte de ganar tres. Esto es muy grande. Os dejo, termino de hacer la maleta y voy para Francia, donde juego esta semana. A ver si en algún momento consigo dejar de temblar…

4 COMENTARIOS

  1. Coincido con Azahara en q Marina Alex me pareció la más elegante en la derrota (tiene una cara de maja q le sale por encima de la gorra) y en q Angel Yin estuvo soberbia y poco pudo hacer Muñoz cuando a tu rival le sale TODO. Georgia Hall un espectáculo, q temple y q garra en el campo. Enhorabuena a todas, no había disfrutado así con un torneo de golf en mi vida.

  2. ¡muchísimas gracias por hacernos disfrutar con esta gran victoria! Sois muy grandes. Y muy pequeñas las americanas con su actitud de malas perdedoras

  3. Muy bonito artículo, salvo el párrafo de Pat Hurst que, desde mi humilde punto de vista, se podía haber ahorrado…

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