Inicio Blogs Azahara Muñoz Un viaje a Zambia: cuántas cosas se pueden hacer con muy poco…

Un viaje a Zambia: cuántas cosas se pueden hacer con muy poco…

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No sé muy bien por dónde empezar. Son tantas emociones juntas que no es nada fácil ordenarlas. Sí tengo muy claro que el viaje que hice la semana pasada a Zambia ha sido uno de los más enriquecedores de mi vida.

¿Y qué se me ha perdido a mí por aquellos lares, os preguntareis? Pues tiene que ver con Golf for Africa, una institución solidaria fundada por la exjugadora Betsy King y donde estamos varias golfistas del LPGA Tour tratando de echar una mano. Golf for Africa ayuda a World Vision, una de las ONG’s más importantes del mundo, a construir pozos en aldeas de África. Concretamente, recaudamos dinero mediante diferentes iniciativas con el objetivo final de llevar agua allí donde no hay. Te das cuenta de tantas cosas cuando estás allí…

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Mi madre y yo volamos a Lusaka, la capital de Zambia. Allí nos tenían preparadas varias visitas. La primera de ellas fue a un aldea donde no tenían agua. Es increíble lo duro que puede ser. Chocante. Las mujeres y los niños andan más de una hora para conseguir un agua que en realidad es más barro que otra cosa. Con eso se asean, lavan la ropa y cocinan… Es duro. No te das cuenta de lo poco que tienen hasta que estás allí. Hay muchas aldeas que no tienen nada. Se hace de noche y sólo se puede dormir. Por supuesto no hay luz eléctrica y si se pone alguien malo, el médico no llega porque las carreteras son imposibles. Comen lo que pueden de los huertos, los que tienen la suerte de tener uno, algo de maíz y si tienen gallinas, quizá huevos… Hay días que ni comen y la carne es un lujo. La mayoría de estas aldeas son de gente que tuvo que emigrar de un parque natural. Allí había más acceso a agua, pero corrían peligro de muerte por los animales. 

Me llamó mucho la atención lo bien que se portaron los niños pequeños en la primera aldea que estuvimos, donde no había pozo. Todos muy educados, ningún grito, calladitos, simpáticos, pero muy tranquilos… Sin embargo, al día siguiente fuimos a una aldea que tenía pozo, concretamente desde hace seis meses, y los niños estaban saltando, gritando, corriendo y haciendo lo que se supone que hacen los niños. Le pregunté a la responsable de la ONG cómo es que se portaban tan bien los chicos de la primera aldea y me dijo que no es que se portaran bien, sino que todo tenía que ver con la desnutrición y las malas condiciones de vida… Da mucha penita, la verdad.

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También te das cuenta en un viaje de este tipo lo mucho que se puede hacer con un poco de ayuda. Estuvimos también en una aldea que tiene pozo desde hace cuatro años y es increíble la evolución. Tienen un huerto, habían aprendido a fabricar ladrillos, los vendían, los niños tenían uniforme para ir al colegio, las gallinas tenían sus propias casitas con bebederos… Alucinante. Cómo se agudiza el ingenio con la escasez. Cómo actúa el instinto de supervivencia. A mí me dejan en una aldea así dos días y no salgo viva… Dan una lección.

Donde no tienen pozo no pueden hacer nada de esto porque no tienen tiempo. Gran parte del día lo pasan yendo y viniendo a por agua y los niños no van al colegio. No pueden prosperar. Es imposible.

La ONG World Vision no sólo se encarga de construir los pozos en las aldeas, además educan. Hay que cumplir una serie de requisitos para acceder al pozo. Les enseñan a ser limpios y lavarse para no contraer enfermedades, higiene, a limpiarse las manos, a cuidar el pozo para que el agua se mantenga lo mejor posible. Eso lo tienen que cumplir. Se deben comprometer a ello.

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Mi viaje a Zambia fue para conocer aquello, entender sobre el terreno la buena labor que realizan y, de paso, inaugurar un par de pozos. Uno que lleva mi nombre y otro el del equipo de la Solheim Cup. Un pozo cuesta 15.000 dólares. Parece mucho dinero, pero realmente no es tanto para lo que reporta… Yo recaudé el dinero subastando una partida conmigo en Florida y con ayuda de UL, uno de mis patrocinadores. Por cierto, la partida la juego el 28 de diciembre. Con un pozo le puedes cambiar la vida a 300, 400 o 500 personas. Pueden pensar que hay algo más en la vida que luchar por no morirse cada día.

Ha sido una experiencia muy bonita. Increíble. No tienen nada, pero siempre te regalan una sonrisa y son súper agradecidos. Un viaje inolvidable. Duro, pero enriquecedor. Hay que ayudar.