Putting green de Río de Janeiro. Campo olímpico. Fantástico, por cierto. Estoy con Matteo Manassero. La bolsa de palos aún no ha llegado. Es lo que toca. Ni siquiera la torpeza de una compañía aérea va a conseguir empañar la experiencia de los Juegos. Matteo me guiña un ojo y me dice: «Job, mira allí, mira… ¿lo ves? Ahí vienen caminando nueve majors…». No me lo creo. ¿Es Gary Player? «El mismo», me dice. Está con el equipo sudafricano.
Agarro el móvil y me acerco a él. Le hago una reverencia, en plan estoy ante una leyenda. Se ríe. Muy simpático. Me golpea el brazo con fuerza y me dice: «estás fuerte, ¿eh? te mantienes en buena forma». Divertido. Hablamos de todo un poco. No diría que ha sido como si nos conociéramos de toda la vida, pero casi. Entrañable. Superior.
Departe un rato con Matteo y conmigo sobre golf, sobre los Juegos, sobre Rory. «El golf es todo cabeza», asegura en un momento de la charla. Y ponía el ejemplo de Tiger Woods. «Sin coger una calle, mirad hasta donde ha llegado. En el golf es muy importante el estado de ánimo, hay que estar siempre muy motivado», afirma. Y allí, sin comerlo ni beberlo, sin pedir cita, el gran Gary ‘Good’ Player nos ofrece una clase magistral de motivación. Nos cuenta qué ejercicios hacía él para motivarse cuando no había jugado bien. Lo podéis ver en el vídeo. Se ponía delante de un espejo, casi en cuclillas, y se golpeaba la cara con fuerza mientras gritaba mensajes: Pasión, zas… Momento impagable. Hablas con Gary Player, 80 años, y te marchas con un subidón. Su pasión no tiene precio.
También nos habló de historia. ¿El mejor de todos los tiempos? Player no tiene dudas: Ben Hogan. Nos extrañó que no eligiera a Jack Nicklaus. Lo argumenta. «No he visto a nadie jugar mejor de tee a green que Hogan. Además, entre la Segunda Guerra Mundial y el grave accidente de coche que sufrió en el 49 se perdió muchos grandes. Ganó nueve y se dejó por el camino, sin tan siquiera jugar, más veinte por problemas ajenos a él», asegura. Remató su disertación sobre Hogan diciendo «Gracias, Ben, muchas gracias, Ben».
Player es pura pasión. Contagia. Como Ballesteros. «¿Seve? El mejor jugador de Europa de todos los tiempos, sin duda», sentencia. Gracias ‘Good’ Player. Esta es una de las cosas maravillosas que te pueden pasar en unos Juegos Olímpicos.
La experiencia de Río de Janeiro está siendo espectacular. Llegamos el jueves a Brasil y fuimos directos a la ceremonia de inauguración. La burocracia olímpica italiana me impidió desfilar por el estadio, pero sí estuve en el túnel con todos los atletas antes de salir al estadio. Fue una ceremonia fantástica. El sábado jugamos nueve hoyos, el domingo otros nueve, el lunes entrenamos sin salir al campo y el martes hemos hecho 18 hoyos. Del campo sólo tengo que decir que es fantástico, los greenes son pequeños y muy movidos y las calles anchitas. Está en unas condiciones excelentes.
Pasear por la villa olímpica donde están todos los atletas es una barbaridad. Os lo podéis imaginar. Me he tirado fotos con casi toda la Armada; con Murray, Nadal, Gasol, Mireia Belmonte, Yoel González, los chicos del basket, los del waterpolo, gimnastas… y otros que ni sabes quiénes son. El ambiente es espectacular.
Esto es la pureza máxima del deporte. Aquí no se compite por dinero y creo que ese espíritu le hace falta al golf. Los Juegos sirven para entender y amar el deporte. Definen perfectamente lo que es el deporte puro, sin más, sin todo lo que le rodea. Al menos es lo que yo percibo. Ves a todo el mundo dándolo todo en el gimnasio. Todos, incluso el que va a quedar octavo, y eso nunca lo he sentido en un campo de golf. Me llevo de aquí que hay que amar el deporte por lo que es y al margen de lo que hay alrededor. Estoy muy feliz aquí. Es una experiencia única en mi vida.
Desde aquí, desde Río de Janeiro, Job Sugranyes para Tengolf. * Caddie de Matteo Manassero.
