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Carlota Ciganda escribe tras su primer triunfo en el LPGA: vean todo lo que hay tras una victoria

La cabeza quieta, Carlota, la cabeza quieta

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Carlota celebra la victoria en Corea.
Carlota celebra la victoria en Corea.

Era un putt de dos metros. De izquierda a derecha. Me conozco bien. Sé que mi fallo natural en este tipo de putts es levantar la cabeza antes de tiempo y la bola se acaba escapando por abajo. Me cuadré, coloqué el palo detrás de la bola y repetí tres veces en mi cabeza la misma consigna: «La cabeza quieta, Carlota, la cabeza quieta…». La bola entró justa, por el borde derecho, pero entró y después vino ese «VAMOS» que se escuchó en todo Corea. Mi primera victoria en el LPGA Tour.

Lo primero que quiero es dar las gracias a todo el mundo por el cariño recibido. Ha sido impresionante. Cuando encendí el móvil estaba alucinada. Cientos de mensajes de whatsapp y de Twitter y Facebook ni lo sé. Aprovecho para dar las gracias a todos, a aficionados, familiares, amigos, caddies, jugadoras… De verdad, muchas gracias, ha sido una pasada. Siento el apoyo y me hace muy feliz.

He tardado un poco en escribir porque las horas después de ganar fueron una locura… No nos dejaban salir de Corea por el tifón que estaba llegando a China. Viajamos el martes y hasta el miércoles no pudimos jugar el campo. Yo estaba muy cansada por la espera, el viaje e imagino que por la emoción del domingo, así que ni jugué el campo. Tiré unas bolas y unos putts y salí el jueves a jugar sin haber entrenado el campo. Tampoco es nada grave. Son los mismos campos cada año y los conozco bastante bien.

Volvemos al domingo de Corea… Si algo he aprendido con este primer triunfo es que las victorias llegan, no se buscan. Hay que vivir el presente. Hay que pensar sólo en pegar el mejor golpe posible en cada ocasión, darlo todo en cada golpe. La victoria llega sin darte cuenta. Lo realmente difícil es encontrar el equilibrio emocional para lograr esa actitud cada semana. El golf es un deporte mental y emocional y quien mejor esté mentalmente tiene ventaja sobre el resto. En este sentido, el caddie, Terry McNamara, me ayuda mucho, me transmite mucha tranquilidad. Me dice: «Carlota, tranquila, vas a ganar muchas veces… Y si fallas, no pasa nada, la vida sigue, no se acaba el mundo, pero al menos quédate con la sensación de que lo has dado todo». Me da confianza.

Una de las cosas donde más me insiste es en que se juega como se entrena. Con esto quiere decir que un golpe de cien metros es igual en Estados Unidos, Malasia, Corea, España o Inglaterra. Y un putt de dos metros de izquierda a derecha, también. La cabeza quieta no es algo que sólo tengo que aplicar a ese putt de dos metros de izquierda a derecha, sino a toda la parte mental del juego, en el fondo es como una metáfora. Vive el presente, no vayas más allá. Lo difícil, insisto, es encontrar la fórmula para trasladar a cada semana las mismas buenas sensaciones que tuve en Corea.

Llevo jugando muy bien toda la temporada de tee a green, pero no he pateado bien. En Corea entrené muchísimo el putt los dos días de prácticas. Sin ejercicios, sin rutinas. Sólo quería coger buenas sensaciones. Tres bolas y a patear. Dos horas el martes y otras dos el miércoles. Patear y patear. Y otra cosa importante: decidí que iba a aceptar los errores. Si fallas, no pasa nada. Si haces tres putts, no pasa nada. Adelante. Sigue, sigue y sigue. Así jugué las cuatros vueltas… Otra vez la cabeza quieta.

El domingo de Corea ocurrió algo curioso. Nada más llegar al putting green me sentí súper cómoda. Fue una sensación. Me ponía y el putt fluía. Mi cabeza daba órdenes y mi cuerpo hacía exactamente lo que le decía. Además, hacía frío, llovía, un día incómodo y me dije cuidado, aquí todas van a sufrir y podemos hacer algo. El campo de Corea me gusta mucho, es largo, tiene rough y la bola vuela poco. Me entra bien por el ojo, como suele decirse.

Efectivamente, el domingo empecé jugando fenomenal. Tirazo al uno a un metro y birdie; tirazo al 3 a un metro y birdie; en el 5, par cinco, cojo el green de dos y dos puts; en el 6 a un metro; en el 8 a dos metros… En el 10 metí un buen putt de birdie y en el 12 fue cuando miré por primera vez la clasificación y vi que ganaba de cuatro y me extrañó. ¿Aquí nadie está haciendo birdies?

A partir de ahí tocó sufrir. En el 14 hice un doble bogey tonto tras fallar la salida al búnker y no hacer una buena sacada, que no era difícil. Pero estaba mentalmente fuerte y me dije sigue, acepta, las cuentas al final, lo que salga. Si das lo mejor de ti no te puedes reprochar nada.

El 16 es un par 4 complicado, donde el par es un gran resultado. Hice bogey, saqué un buen par en el 17. Y en el 18, par 5, tiré de dos a green, se me cerró un poco y se me quedó un approach complicado. Tiré dos putts buenos, pero no entró. Acabé con -10 y yo pensaba que eso sería seguro playoff, sin embargo cuando firmo la tarjeta veo que Alison Lee iba -11 y jugando el 18… Os prometo que ahí pensé que daba igual, estaba contenta, lo había dado todo y no podía hacer más. Recuerdo que mi caddie me dijo, muy bien Carlota, pero Alison se ha ido al agua y si salimos a playoff vamos a ganar…

Jugué un hoyo de desempate muy bueno. Salí con madera 3, tiré a colocar y me dejé un golpe completo de 90 metros con el 54. La dejé a dos metros, con un putt de izquierda a derecha. Cabeza quieta.

Me quedo con la imagen del «vamos». Fue una sensación increíble. Me recordó al «vamos» de la Solheim Cup cuando ganamos en Estados Unidos. Por dentro tenía una sensación indescriptible. Todas las felicitaciones me han hecho mucha ilusión. Fueron muy especiales los mensajes de Rafa Nadal y Sergio García. Muchas gracias a los dos. Muchas gracias a todos.

Quedan tres torneos para acabar el año. Juego esta semana en Malasia, en un campo más corto, más técnico, pero divertido, después el Lorena Ochoa y para acabar la Final en Florida. La última parte de la temporada va pesando, pero tengo muchas ganas. Hay que aceptar y hay que seguir. Vivir el presente y ser positivo. Cabeza quieta.