Ya estamos en Arkansas, ya veis, una semana nueva, esto no para. Acabamos de volver de cenar y quería compartir con vosotros mis reflexiones sobre el que probablemente ha sido el US Open más singular de la historia.
Ganó Michelle Wie y me alegro mucho. Enhorabuena. Lo que más me gusta de ella es que estamos ante una gran jugadora, siempre lo ha sido, aunque haya tenido años peores. Ahora, desde luego, está muy fina. Me encanta cómo pega los medios golpes y el control que tiene con esa potencia. Eso es lo que le ha hecho llegar hasta ahí arriba. Además, no hizo ningún tripateo en cuatro días en Pinehurst, un dato alucinante. Me alegro bastante por ella porque es una chica simpática y pienso que es bueno para el golf, para nosotras, para que haya más patrocinadores.
Mi US Open. Me hubiera gustado terminar mejor. El segundo día estuve fina y creo que pude acabar al par. En todo caso, hacer +5 en dos días estaba bien. El sábado no empecé de la mejor manera, pero me mantuve hasta que mató el doble bogey en el hoyo 12. Estaba a 80 metros de green y acabé con dos putts muy tontos.
En un torneo así aprendes mucho en poco tiempo. Hay que tener mucha paciencia, cada vez más. Se repite una y otra vez, pero es la clave. Paciencia y paciencia. No le voy a dar muchas vueltas al swing y a la técnica porque estoy haciendo bien las cosas y es cuestión de tiempo. Cuanto menos me coma la cabeza, mejor, así que no voy a pensar demasiado.
Pinehurst merece un capítulo aparte. De todos los US Open que he jugado es el campo que más me ha gustado con diferencia, es un diseño increíble y cada vez que lo jugaba más me gustaba. Lo más increíble de todo es que sin estar largo el campo, era muy difícil hacer pocas. Había que botarla en el sitio preciso y correcto porque si no se iba al búnker o fuera de green y te quedaba un approach complicado.
La experiencia de jugar en el mismo campo que el US Open masculino ha sido buena. La USGA ha hecho un gran trabajo y creo que se deberían hacer más torneos así. Sería divertido.
