Inicio Blogs Cartas desde Irlanda En Killiane, mejor jugar al fade…

En Killiane, mejor jugar al fade…

Compartir

El Killiane Castle ha resultado ser una granja irlandesa. El gallo debió cantar alto y fuerte anunciando el amanecer dominical, pero no lo hemos oído. Malditos tímpanos de metrópoli…

Después de día y medio en Dublín, al fin estamos en el condado de Wexford, al sudeste de Irlanda. Nuestros planes ‘light’ de golf van tomando forma. Rosslare Golf Club y St. Helens Bay Golf deben ser nuestros principales objetivos, con alguna incursión al condado de Waterford. Hoy mismo nos vamos de excursión a la península de Hook (el nombrecito, aplicado al driver, se las trae…), y trataremos de encontrar un hueco en algún campo para jugar.

 

Los 140 kilómetros que separan Dublin de nuestro destino se convirtieron ayer en un pequeño infierno. Era cuestión de pura física aplicada: si el habitáculo y maletero de un automóvil suman ‘x’ metros cúbicos de capacidad, ¿cómo puede uno tratar de acomodar x+10?. Cuatro personas, dos maletas, tres bolsas de palos… Error evidente en la elección del coche de alquiler. Malditos cálculos de hombrecillos de letras.

Paseo vespertino de sábado por el Rosslare Golf Club, recorrido que jugaremos el martes, según nuestra hoja de ruta. Es un links ‘estrenado’ en 1905, hace un ratito. El tee del hoyo 1 intimida una barbaridad, incrustado prácticamente en la terraza de la casa club, exactamente e diez metros de la puerta de los vestuarios. Una salida en falso y aún puedes colar la bola en las duchas… Cobra forma y sentido el plan ‘scramble’: ya saben, todos contra el campo. De alguna manera hay que quitarse de encima esta ridícula presión.

En nuestro Kiliane disponemos de un magnífico y curioso campo de prácticas: uno de los prados de la granja, perfectamente acondicionado al efecto, con doce puestos. Sin embargo, hay que tener especial cuidado con los ganchazos… Unas señoras vacas irlandesas pastan plácidamente en el prado adyacente, a nuestra izquierda, separado por una vallita que no alcanza los dos metros de altura. Con una moneda de dos euros sacas treinta bolas. Lo de menos es que resulte caro, la cuestión es: ¿quién demonios lleva monedas de dos euros en el bolsillo?