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Arruinar una cena

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Faltan 685 días

Escribíamos hace unas horas que nada de lo que ocurre en un campo de golf parece ser hoy lo suficientemente trascendente como para arruinarle la cena a Sergio García.

Magnífica señal, por cierto. Se hace lo que se puede y, llegado el caso, después de lidiar el calentón de una mala vuelta, en apenas unos minutos, no más allá de una hora, se le da al suceso la importancia que de verdad tiene: relativa.

Un caso concreto al respecto.

En los dos últimos años, desde mediados del verano de 2012, Sergio sólo ha perdido un corte, el del Masters de Augusta del presente año. Se dice pronto, pero así es: desde que perdiera el corte en el PGA de 2012, sólo le ha vuelto a ocurrir este año en el Masters.

Sus declaraciones, tras el fiasco, fueron templadas. Simplemente había vuelto a sentir que este campo era su némesis y que le costaba una barbaridad hacerle resultado. Apenas unas horas después estaba cenando tan tranquilo en la casa que tenía alquilada, recibiendo con naturalidad y una sonrisa a algunos invitados e, incluso, cocinando para ellos en la clásica barbacoa. El asunto tiene aún más significado, puesto que el de Borriol había llegado a la cita señalado como favorito, en vista de lo bien que venía jugando. Esta vez sí parecía preparado para dar el gran salto en uno de los campos que más le había hecho sufrir. Agua. Falló el corte. Pero ni siquiera el Augusta National fue capaz de arruinarle la cena. Esa noche hubo quien volvió a sentir aquella certeza: da igual cuando ocurra, ganará más de un Grande…