No se fue contento Sergio García de Qatar. No es que pensara que iba a ganar en el Doha Golf Club con la gorra, pero seguramente estaba convencido de que daría más guerra. Se conoce bien y pocas veces había trabajado tan a gusto y de forma tan satisfactoria durante la pretemporada.
Hasta la segunda ronda todo fue más o menos sobre ruedas. Control de la situación y sexta posición, a tres golpes del liderato. Después no marcharon bien las cosas, especialmente el sábado.
Pero quiero poner el acento en aquella segunda ronda en el Doha Golf Club, por si no hubiera quedado suficientemente claro aquel día. Sergio firmó entonces un 66, mejor registro de la jornada, pero es que no pudo hacer ni una más. Es cierto que embocó un buen purazo en su penúltimo hoyo de la ronda, pero créanme, las sensaciones que transmitió durante toda la ronda, con unas dos últimas horas de juego disputadas bajo un consistente vendaval, fueron de poderío brutal. Insisto: en condiciones normales debería haber caído un 64 sin grandes alardes. Pero es que si encima coge uno de esos días tontorrones con el putt, podía haberse ido a un registro de récord. Ese era el pensamiento precisamente de Branden Grace, que jugó junto al español el jueves y el viernes. Según pudimos saber, el sudafricano tampoco llegaba a entender cómo Sergio se había quedado ‘sólo’ en un 66…
Vuelve a escena el español la próxima semana en el Northern Trust. Y por algo será que este muchacho de Borriol siempre se las arregla para mantener las expectativas en todo lo alto. Me muero de ganas por verlo en Riviera.
El arranque de Rafael Cabrera Bello en 2016 ha sido de órdago. La demostración de consistencia de Alejandro Cañizares, una gran noticia. Igual que el apunte sobresaliente de Álvaro Quirós en Dubai. Pero no olvidemos esa segunda ronda de Sergio en la ventosa Doha, porque algo me dice que aquello sólo fue el prólogo brillante de una obra hermosa que está por escribirse en 2016.
