El anuncio de su ausencia de los Juegos fue el que más me sorprendió. Hubiera apostado siempre a favor de su presencia en Río. Afortunadamente, no lo hice. En fin, recitemos una vez más el estribillo del verano: ‘el miedo es libre y cada cual lo gestiona como sabe y puede’. Pero uno se hace una idea de cómo es alguien, en este caso Jordan Spieth, y cuesta entender qué hace este hombre que no está en Río. ¿No era el texano socio distinguido del club de ‘La gloria, cueste lo que cueste’? ¿Nadie le había avisado de que, si de gloria deportiva se trata, nada como unos Juegos olímpicos?
«Voy a hacer todo lo posible por que se mueran de envidia los que no han venido», dijo Rickie Fowler, que está cumpliendo con su cometido de modo regular a través de las redes sociales, a pesar de su 75 en la primera ronda. A Day, Scott o Johnson no los imagino muy preocupados con la cuestión, la verdad. A Spieth, sí. A Spieth lo veo comiéndose las uñas hasta los nudillos. Sospecho que a día de hoy ya está más que arrepentido de sus cautelas…
Y todos los que soñábamos con un retorno triunfal del golf a los Juegos, suscribimos y apoyamos la pequeña venganza de Fowler.
