Inicio Blogs David Durán Comparaciones odiosas (e inevitables)

Comparaciones odiosas (e inevitables)

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Las comparaciones han resultado especialmente odiosas esta pasada semana. Como cada año hemos acudido al Trofeo Hassan II en Marruecos, para entre otras cosas comprobar sobre el terreno cómo crece este torneo. Podríamos comenzar por lo más evidente, apuntando el incremento del 66 por ciento de la bolsa de premios (de 1, 5 a 2,5 millones de euros) respecto a ediciones anteriores, y acabar  reconociendo la exhibición de músculo organizativo, con la disputa en paralelo del propio Trofeo Hassan II y la Copa Lalla Meryem, torneo del Ladies European Tour.

Podría también insistirse en que el escenario, el Royal Golf Dar Es Salam de Rabat, supera con creces la media de calidad y exigencia de todos los campos que se visitan a lo largo del año. Es sencillamente un lugar idóneo para un gran torneo de golf. Y hasta podemos adelantar el esbozo de una noticia que quizá cristalice en los próximos meses: la Association Trophée Hasaan II (ATH), promotora del torneo, o lo que es lo mismo, la Casa Real marroquí, puede plantearse hacer un esfuerzo aún mayor (hablamos de parné, claro) si se le garantiza la presencia de una nómina de jugadores más potente, lo que sin duda ocurriría si al incremento pecuniario se le une un cambio de fechas en el calendario. Por ahí van a ir las negociaciones entre ATH y el European Tour

La comparación resulta odiosa con la actual situación del Open de España, por supuesto. La estrategia marroquí está encaminada a la promoción del golf en aquel país, pero sobre todo a la promoción internacional del TURISMO de golf en Marruecos. Un recurso, este del turismo de golf, que Turespaña, el Gobierno español, debiera tratar con cuidado y con las cifras en la mano, pues alrededor de la tarta cada vez se sientan más comensales, comenzando por Portugal y Marruecos, dos vecinos dispuestos a llevarse (ya lo están haciendo) una suculenta y cada vez mayor porción de turistas de golf británicos, alemanes y escandinavos…

El turismo en general, y el de golf en particular, no son cuestiones menores. Es más, debieran ser asuntos de Estado mientras el turismo siga siendo eje fundamental del ‘tejido industrial’ del país, lo que a priori va a ocurrir siempre. Fuera complejos, señores, que el golf no puede ni debe ser una marioneta que se maneje con los hilos de la ideología, ni en el terreno de lo políticamente correcto y el populacherismo…

Hasta aquí, lo que se refiere a la mera promoción turística. Por otra parte, la promoción del golf en España es una función que en esencia y sobre todo corresponde a la Real Federación Española de Golf, pero parece que con ella no se puede contar en según qué niveles. El ‘nivel’ de un Open de España, por ejemplo. ¿Tampoco ahora es ‘vendible’ este torneo a los grandes patrocinadores, tras la explosiva confirmación de Jon Rahm en el concierto mundial del golf y la victoria de Sergio en el Masters de Augusta? Habría que verlo. Y trabajarlo a fondo, claro. Ay, con qué saña le ha pillado este toro a la RFEG…

La Federación sigue siendo dueña de los derechos del Open de España, del nombre del torneo. ¿Será capaz de reaccionar para retomarlo en 2018, sacando partido a la inercia mediática de estos sucesos maravillosos? De momento, nadie ha dicho nada al respecto.

Unos sucesos maravillosos que, si pensamos estrictamente en la promoción del golf, complementarían, rematarían y realzarían un grueso bagaje deportivo ya existente: mirando tan solo al Siglo XXI, que es solo el último tramo en la historia de este torneo centenario (noventa ediciones disputadas desde 1912, casi nada) nos encontramos con que en este tiempo se han registrado tres ganadores españoles y la friolera de trece top-3 en todas las ediciones desde 2001, conseguidos además por ocho jugadores distintos (Sergio, Jiménez, Alejandro Cañizares, Pablo Larrazábal, Álvaro Quirós, Nacho Garrido, Carlos Rodiles y José Manuel Lara).

Vayamos a una pregunta y a un hecho concreto para explicarnos mejor. Sea usted sincero, estimado lector, al responder a esta pregunta: ¿se acuerda de aquella edición de 2003 en la que un amateur llamado Pablo Martín Benavides, con 17 años recién cumplidos, salió como colíder a jugar la cuarta y definitiva ronda del Open de España? Pues bien, este tipo de hazañas, como tantos otros grandes logros en la historia del torneo, dejarían en la actualidad una huella más profunda que la que entonces dejaron, gracias a la atención masiva de los medios, provocada en gran parte por esos extraordinarios ‘amplificadores’ que hoy son Sergio y Rahm. Si estamos hablando de promocionar el golf, la ocasión la pintan calva…