A Alan Shipnuck, exitoso periodista estadounidense especialista de golf en la rimbombante y prestigiosa Sport Illustrated, el cuerpo le pedía guerra. No se explica de otra manera su última, atropellada y entretenida columna, en la que viene a decir que el equipo europeo ya no tiene nada que hacer en la Ryder, hasta el punto de sentenciar a muerte a esta competición por la falta de interés que a corto, medio y largo plazo provocará la aplastante superioridad de la escuadra de las barras y estrellas…
A nadie se le escapa que el presente y el futuro del equipo estadounidense son refulgentes. Pero el rigor del análisis de Shipnuck resulta decepcionante desde el momento en el que concede poderes sobrenaturales a la juventud de jugadores como Spieth o Thomas y se queda anclado en el mal momento de otros jóvenes valores como Pieters, jubila anticipadamente a jugadores como Rose o Sergio mientras aún destaca en su bando la aportación de veteranos como Mickelson y Zach Johnson, o valora el peso de Rory McIlroy sólo en función de su rendimiento en los individuales de Hazeltine…
Demasiado simple. Demasiado fácil. Demasiado cutre y a vuela pluma todo. Tanto, que huele que apesta a simple provocación, más o menos burda, más o menos divertida, más o menos ligera, más o menos desenfadada. Pero te diré, Shipnuck, que este tipo de desplantes inocentes son también un magnífico caldo de cultivo del espíritu de Seve. Gracias por la munición. Y, por supuesto, damos por hecho en el Viejo Continente que no tendrás el valor de escribir algo semejante cuando sólo falte un mes para la cita en tierras galas…
Te diré también, Shipnuck, que incluso el arte de la provocación merece el rigor del dato objetivo: ¿cómo nos pones que Rahm tiene 21 años, si acaba de cumplir 23? ¿Cómo describes a Kevin Kisner como un ‘spicy young comer’, igualándolo en este sentido con Daniel Berger y por más rookie que fuera, si el muchacho cumplirá los 34 en febrero?
