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Don’t cry, muñeco

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Hotel donde se concentran la mayoría de jugadores de este Qatar Masters. En uno de los ascensores, junto a Peter Hanson. El sueco nos mira y sonríe: «un día largo… Y mañana va a ser aún más largo con todo el viento que viene», sentencia.

Hanson, que entregaba un 74, es de los que ha sufrido en el campo. Porque está claro que no todos han sentido con la misma intensidad el viento. En la línea de Hanson, ha habido quien pensaba que su resultado de 72 sería mucho mejor de lo que luego constataba. Otros, sin embargo, apenas se referían al viento una vez finalizada su vuelta… Oosthuizen, por ejemplo, ni se ha inmutado. ¿Viento? ¿Qué viento? Aunque éste, en general, no parece inmutarse nunca por nada.

Veamos. No ha soplado la mundial, pero el día sí estaba gamberro. El problema, quizá, más que el viento, ha sido cómo estaban rasurados los greenes en previsión de un vendaval. Lentísimos. Y esta hierba de pelo granuloso y rebelde, tan alta… Mala combinación. Las banderas, por otra parte, parecían más bien facilonas. ¿Un día largo? Los hemos visto mucho peores, la verdad, pero hay que reconocer que no sólo ha sido Hanson quien se ha llevado esa impresión.

Para jornadas interminables, en honor a la verdad, las de Tengolf. Raro es el día que no echamos nuestras doce horas en el campo. Hoy han sido solo once, vaya por Dios. La vida del periodista deportivo de golf es ciertamente bonita, interesante (se confirma: no estamos apretando tornillos en una cadena de montaje), pero también puede llegar a ser agotadora.

En fin, a cualquiera se le ocurren unas cuantas cosas bonitas e interesantes que pueden llegar a ser agotadoras…

Don’t cry, muñeco.