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El apoderado de toda la vida

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¿Se imaginan a Tiger Woods asesorado por un apoderado de los de toda la vida, los de la pava del Farias cosida a la boca? A uno de los buenos, me refiero, que ‘vivos’, mentecatos y fulleros los hay y ha habido en todos lados. Uno de aquellos que ejercían de educadores, maestros y hasta de hábiles celestinos, si tocaba.

Nada tengo contra Mark Steinberg, agente de Woods. Sólo sé que camina estreñido por el campo de golf, que sonríe muy poco y que saluda a casi nadie. No reúno datos suficientes como para analizar su labor y nada puede hacerse tampoco contra la determinación de una estrella de hacer lo que le dé la real gana.

Sin embargo, un buen representante, además de cerrar contratos y de organizar el cumpleaños al muchachito de turno con la presencia del cantante hortera de moda, también está para indicar en susurros, en la oreja de su galáctico, la dirección correcta. Dos ejemplos:

– Escucha, Eldrick, ¿no te da la sensación de que tu juego corto no está para muchas alegrías y que a lo mejor hay que estar en Isleworth y apadrinar el evento como siempre, pero sin llegar a competir?

– Escucha, Cristiano, ¿no te parece que deberías cancelar el festejo después del ridículo que acabáis de hacer en el Calderón?

Quién sabe. Quizá un apoderado de los de toda la vida de Dios le hubiera ahorrado a Tiger alguna de las fatiguitas que ha pasado en las últimas semanas, ahora que ha tomado la decisión de hacer lo que, visto lo visto, parecía de sentido común.