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El legado más valioso de José María Olazábal

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Toca ponerse serios…

A José María Olazábal le han salido muy poquitas cosas bien en las dos últimas semanas. Desde el tee ha sufrido, pero es que además también lo ha pasado peor de lo habitual con los hierros en la mano, incluso desde la mitad de la calle.

Ayer, después de trabajarse un esforzada vuelta de 75 golpes, se marchó al campo de prácticas y allí se machacó sin piedad. Las lecciones de ética de trabajo que imparte Chema no son un recurso al que acudamos los periodistas de tanto en tanto, cuando no hay de qué escribir… Muy al contrario, se trata de algo muy serio.

Olazábal pegó ayer docenas y docenas de drives, y no se quedó tampoco corto con los hierros. Buscando algo. Luchando como una mula, porque en ocasiones se le ve hasta pasarlo mal, jurando en arameo. A reventar. Y hoy, viernes, tercera jornada del Qatar Masters y ya fuera del torneo, toca más de lo mismo. Primero, machaque en el gimnasio a las órdenes de Emilio Pereira, el preparador físico que acompaña a varios jugadores españoles del circuito, y después vuelta al estacazo y tente tieso.

Habrá quien piense que hasta sea contraproducente. Tanta bola a revienta calderas. Que incluso semejantes sesiones puedan ser el perfecto caldo de cultivo de una frustración lacerante. Que a las alturas de carrera en las que se encuentra, debiera dosificar el esfuerzo y, sobre todo, la ansiedad…

Pero Olazábal, y esta es la lección principal, entiende así la vida. Ya no solo el golf. La vida. Una lección que imparte sin proponérselo, pero que cala lo suyo. Porque los jugadores profesionales que vienen por detrás toman nota. Y se comentan sus idas y venidas, vaya si se comentan. En ocasiones con más guasa, o quizá más seriamente, pero siempre con un poso rotundo de admiración y reverencia. Y a quien se queja, siempre se le puede dar un capón: mira a Chema y calla. En pleno Siglo XXI, en la era de la trampa y de los mangantes, no es un asunto que vayamos a obviar. Antes bien: lo recordaremos cada cierto tiempo, a ver si se nos pega a todos algo.

* Foto de Michael Denker