Inicio Blogs David Durán El único record que ni este año ni nunca podrá batirse

El único record que ni este año ni nunca podrá batirse

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Es el título de la autobiografía de Horton Smith. El toque de terciopelo (‘The velvet touch’). Fue el primer ganador del Masters (1934). También el primer doble ganador (repitió en 1936). Y, sobre todo, ostenta un curioso récord que ya nadie podrá arrebatarle, salvo que los rectores del Augusta National se vuelvan locos de remate: es el único que ganó el Masters jugando en las dos direcciones. ¿Qué significa esto? Muy sencillo: en la primera edición del Masters el campo se jugó saliendo por lo que hoy es el hoyo 10 y acabando por lo que hoy es el hoyo 9. Al año siguiente ya se cambió el sentido, hasta hoy, entendiendo que tal decisión fomentaba y ampliaba la espectacularidad y el drama. Bien visto, qué duda cabe.

Por supuesto, en su época los greenes del recorrido de Georgia no eran tan rápidos. Pero sí igual de movidos. Así que el ADN del torneo se fundió desde los albores y de alguna manera con el del primer ganador, puesto que Horton Smith ha sido siempre reconocido como uno de los mejores pateadores de la historia, si no el mejor. Eso dicen quienes vieron patear a los mejores durante al menos siete décadas (Harvey Penick, por ejemplo). Ahí aplicaba su toque de terciopelo, en los greenes. Cuenta en su autobiografía (firmada junto a Marian Benton) que esta habilidad la adquirió pateando en ‘greenes’ de arena…

Smith jugó todas las ediciones del Masters (27) hasta el mismo año de su temprana muerte, acaecida en 1963 a la edad de 55 años. Era un tipo tímido y desgarbado en apariencia (medía 1,85, una talla nada habitual en los años veinte y treinta, y pesaba sólo algo más de setenta kilos en sus años mozos), que sin embargo se caracterizaba por exhibir una hipnótica naturalidad en el campo: llegaba y pegaba, casi literalmente.

Llegaron a ponerle el apodo de El Fantasma de Joplin, localidad donde jugaba al golf en Missouri, por esa capacidad de pasar inadvertido. Ojo al dato: estuvo en cinco Ryder Cup y en dos de ellas no jugó ni un solo partido, pues entonces era una situación que podía darse (estuvo en todas las ediciones de 1929 a 1937)… Lo nunca visto. Pero es que este hombre no se quejaba nunca de nada. Era muy sencillo dejarlo en el banquillo. Sólo jugó cuatro partidos en cinco ediciones y, por cierto, sumó 3,5 puntos. Tres victorias y un empate. Invicto. No está mal para un suplente.

Era la antítesis de Walter Hagen, fumador, bebedor y galán impenitente, aunque ambos mantuvieron una estrecha y profunda amistad. Cuenta Penick una divertida historia al respecto. Una bella dama andaba flirteando con el joven jugador de Missouri y, tras rechazar éste un cigarrillo y una copa, la mujer le preguntó «¿no tiene ningún vicio?», a lo que Smith respondió: «sí señora, últimamente estoy dejando los putts largos un poco cortos». Brillante.

Horton Smith fue el primero. Detrás vinieron otros 48 ganadores en Augusta. Esta semana podemos tener el 50º ganador del Masters de Augusta y a lo mejor, quién sabe, quizá hasta patee siquiera la mitad de bien que él…