Nadie me había explicado que siete días después de haber dejado de fumar pueda ocurrirte que te despiertes a las tres de la madrugada, así, paf. Ojos como platos y los pelos muy, muy raros…
La televisión se ha quedado encendida y escucho ‘Nada más’, de Glass Onion, en un programa musical de estos culturetas. Suena muy bien, así que enchufo los auriculares y doy caña.
Luego me pongo a pensar, a bichear en el ordenador y a comer una galleta campurriana. Por ese orden. Y un caramelo, y cuatro gominolas a la vez, que no quepan en la boca. Una muela se asoma estirando su grácil cuello de marfil y me dice que piense un poquito en ella, carajo, tanto azúcar y tanta mandanga. Así que corto unos taquitos de salchichón. Oído cocina: el cóctel es repugnante.
A las cinco ya toca golf. Le doy unas vueltas a la espectacular gira por el Desierto que está preparando esta bendita Tengolf de mis entretelas. Veremos cómo cuadran los números.
Y si no cuadran, allá ellos.
