He sufrido una de esas revelaciones que de cuando en cuando sufrimos todos los jugadores de golf, amateurs y profesionales, cada cual en su medida y manera…
Cayó en mis manos un viejo libro de golf de mi padre, ‘The perfect putting method’, de Paul Trevillion, y me puse a ojearlo…
No descubre el nuevo mundo, pero refresca ideas. Trevillion apostaba a principios de los años setenta por un método de putt realmente antiguo, seguramente adaptado en tiempo y forma (materiales) a aquellos días. Es mejor que os hagáis una idea mirando la foto, porque como me ponga yo a explicar ángulos y posturas lo llevamos crudo…
Como buen ejemplo de desastroso autodidacta que soy lo he puesto en práctica y aquí entramos en el terreno de la revelación: los resultados han sido más que dignos, pero sobre todo han resultado sobresalientes las sensaciones. Sólo hay que superar el pudor a una postura no demasiado decorosa.
Sobre todo en los putts cortos, esos de metro, metro y medio o dos metros, la sensación de confianza se eleva en cuanto te pones sobre la bola. En realidad, lo que se consigue es eliminar la acción de una de las dos manos y favorecer la acción limpia del movimiento de péndulo.
Por supuesto, lo normal es que semejante revelación, como tantas otras, pase a mejor vida en sólo unos días, puede que unas semanas.
O quizá no…
