Sergio García acabó 2011 como un tiro. Pero ese nuevo escenario de interesantes expectativas no cuajaba de ninguna manera durante los primeros meses de 2012. De nuevo la impaciencia y la frustración. Así, hasta llegar a un punto muerto desesperante para el jugador a mediados de agosto…
Y en aquellos días se fraguó la jugada maestra, llevada a cabo por el jugador español después de diseñarla junto a quienes están más cerca de él, comenzando por su familia y pasando por Carlos Rodríguez, su inseparable mano derecha. Se trataba de coger el toro por los cuernos. O si ustedes lo prefieren: de asumir responsabilidades. Aquello cristalizaba en la arriesgada decisión de salir a jugar sin un caddie de élite.
No es que Sergio pensara que los caddies no sirven para nada. Ni lo pensaba, ni lo piensa. Sólo necesitaba despejar el terreno, quedarse ‘desnudo’ ante sus errores y asumir el castigo con entereza y sin la posibilidad de echarle la culpa al empedrado.
Y su valiente apuesta dio frutos mucho antes de lo esperado. Ese es otro tema: ocurrió sencillamente porque es un genio. Uno de los más importantes que el deporte español ha dado, está dando, en su era dorada.
