Hace unos años, cuando Rafa Cabrera iniciaba su aventura en el Circuito Europeo, me explicaba por teléfono mientras le hacía una entrevista uno de los puntos de su preparación que estaba tratando de cuidar más: jugar con más soltura y regularidad cuando las condiciones meteorológicas eran adversas. El frío y el agua le echaban para atrás, como buen canario…
Hoy se contaban con los dedos de una mano las tarjetas mejores que la de Rafa en un Royal Portrush perrete tirando a perro. Todavía, enfundadas las orejas en un grueso gorro de lana estuvo a punto de embocar desde fuera en el 18.
Todo suma. Cada detalle cuenta. Y a Rafa se le escapan pocos.
