Leo un artículo de Pedro Zuazua sobre el concierto de 228 minutos de Bruce en Madrid el pasado domingo. Y espero que no se enfade por reproducir aquí un pequeño parrafo:
«Todo ser humano debería tener derecho a ver al menos una vez en su vida una canción de Springsteen en directo. Entienda o no el inglés, le llegará algo que no está en las letras ni en la música, pero que le hará sentir mejor. Nadie sabe lo que es, no se puede definir y mucho menos envasar, pero él lo tiene».
Yo, celoso, podría replicar: todo aficionado al golf debería tener derecho a ver al menos una edición del US Open en directo. Pero siento que me quedo pequeño, insignificante…