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Faltan 1.524 días…

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Carl Pettersson vuelve a ganar en el circuito americano. Ya saben, el gordito sueco que hace unos años buscó el Santo Grial entre el gimnasio y la consulta del endocrino, y pasado un tiempo, de fiasco en fiasco, decidió que era mucho mejor recuperar su ‘estado natural’…

Este espléndido jugador asegura haberse dado cuenta de que andar 18 hoyos nada tiene que ver con una maratón. Y tiene razón. Mil veces sea bendecido el golf por ello, aunque determinados papanatas lo esgriman como prueba irrefutable de que este deporte no es tal, sino sólo un juego. Como el parchís.

No hay que engañarse. Basta un repaso al top-50 mundial para comprobar que, a excepción de Pettersson, la élite del golf está absolutamente copada por jugadores que cuidan mucho su físico. Entre los cincuenta mejores sólo encontramos la imponente humanidad de Hanson (que más que gordo es un armario empotrado), y alguna pancita juguetona (Bjorn, Jacobson…). Westwood o Bubba son, además, el reverso de la moneda de Pettersson, gorditos a los que el ejercicio y la dieta dieron réditos espectaculares.