Inicio Blogs David Durán La aventura de saber quién es uno mismo…

La aventura de saber quién es uno mismo…

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Isco no tiene muy clara su continuidad en el Real Madrid. Quiere jugar más minutos. Algún medio como Marca asegura que incluso ya está decidido a marcharse. City, Chelsea o Juventus pueden ser los clubes de destino, según esta información. Primera pregunta: ¿usted apostaría a favor de que tendrá más minutos en estos equipos de los que tiene o ha tenido en el Real Madrid? En el equipo blanco llegó a disfrutar de casi 3.900 minutos en la campaña 2014-15. Es su techo y ya se antoja incluso demasiado alto. Ni en el Madrid ni en ningún otro equipo de primera línea disfrutará de más…

¿Por qué? Por su perfil de jugador y de atleta. Sencillamente, no tiene motor para ser titular cincuenta partidos por temporada, jugando cada domingo y miércoles en un equipo donde la exigencia es máxima (otra cosa es ser cabeza de ratón en escuadras de inferior nivel, donde iría sobrado). Por favor, no comparar con Iniesta o Xavi, jugadores de condiciones físicas y técnicas muy distintas, aunque a veces no lo parezca, y sobre todo con esquemas futboleros muy diferentes en la cabeza. Isco es único, pero no indiscutible. Sus innumerables recursos técnicos lo facultan para ocupar cualquier posición en vanguardia y por ello sí resulta una pieza clave, impagable, en las rotaciones.

¿A qué viene la disertación futbolera en esta esquina de la nube? Es solo una opinión según la cual me reafirmo en la importancia de saber quién y cómo es uno antes de dar un paso incierto en tu carrera. ¿Lo sabe Isco?

Por ejemplo, resulta ésta una virtud definitiva para el jugador de golf profesional, que es a donde quería yo llegar. Cuántos jugadores del alto nivel, ya hechos y derechos, se extravían en mil vericuetos en busca de diez o veinte metros más de distancia, perdiendo finalmente precisión y, lo que es peor, confianza, y restando además tiempo y atención a otras parcelas del juego. Refiriéndonos siempre a los jugadores de élite (otra cosa somos los pegasartenazos que poblamos esos campos de dios) y en este sentido, el de la pegada, me decanto por el lado más conservador: si tiene que llegar una mejora, que sea a través de un proceso casi natural a largo plazo (trabajo físico) o bien por la propia evolución del material,  y en ninguno de los casos forzando más de la cuenta.

Hay otros que se apuntan a la relativamente nueva teoría que resta importancia al juego corto, en la indudable convicción matemática de que poca falta hace si uno coge el cien por cien de los greenes en regulación. Y sobre esta teoría muchas veces planifican buena parte de su trabajo. Como ilusión estadística es fantástica, pero queda por descubrir, en efecto, a quien registre porcentajes que siquiera se acerquen al ochenta por ciento. Todavía a día de hoy, aquel profesional de élite que presenta un 68 por ciento de greenes cazados en regulación al final de una temporada ya es una máquina, y aún le quedaría casi un tercio de las situaciones por resolver en el campo…

Esto es: incluso siendo un espléndido cazador de greenes, todavía vas a tener que arreglártelas para salvar pares en casi uno de cada tres hoyos. ¿No es más razonable atender a estos porcentajes antes que a otros y dedicar un tercio de tu tiempo, pongamos por caso, a trabajar el juego corto?

(Paréntesis final: otra cosa es que Isco busque como objetivo primordial un contrato más jugoso del que, al parecer, le ofrece el Madrid. En este punto no habría nada que objetar. Las ganancias de los golfistas, sin embargo, a medio y largo plazo, dependen sobre todo de sus resultados: la diferencia entre hacer 69,956 golpes de media en 75 rondas de competición o hacer 70,558 de media en 76 rondas, medio golpe más de media en un número casi clavado de vueltas, es la que hubo en la temporada 2016 del PGA Tour entre Brooks Koepka y Russell Henley; el primero ganó 3.332.000 dólares  y el segundo se quedó en 1.228.000).