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La extraña intuición de Palmer

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No es la primera vez (ni será la última…) que recurro a una entrevista que leí de Arnold Palmer hace cinco o seis años. Mi memoria de pez payaso, eso sí, sólo me llega para reproducir algunas ideas, y no de forma literal. Pero creo que tengo muy clara la esencia del mensaje que Palmer quiso transmitir.

Juraría que fue en Golf Digest. De eso estoy casi seguro. Le preguntaban por las posibilidades que a su juicio tenía Tiger Woods de superar el récord de 18 grandes de Nicklaus y su respuesta tuvo dos partes bien diferenciadas. Primero hizo las cuentas que se han hecho siempre desde que el californiano irrumpió como un tornado en la segunda mitad de los noventa: a este paso, según la media que lleva y atendiendo a sus extraordinarias capacidades, lo normal es que supere ese récord. Pero a continuación, el gran Arnie daba un giro de 180 grados a su discurso y recurría a su propia experiencia para aportar una interesante reflexión…

Contaba que en cierta ocasión, todavía moderadamente joven, vigoroso, y en la cresta de la ola (creo que después de quedar segundo en el US Open de 1966), sintió llegando a su casa que algo había cambiado. Una extraña amalgama de malas sensaciones físicas y psíquicas que le tocaron en lo más profundo, hasta el punto de hacerle dudar. ¿No sería que lo mejor de su carrera ya había pasado?, se preguntaba.

Aquello no tenía una explicación concreta, pero nunca más ganó un Grande. Y en la entrevista sacaba sus propias conclusiones: no demos nada por hecho, incluso ante la imponente talla de un jugador de época como Tiger, porque la carrera de un golfista es larga y sinuosa, muy complicada y traicionera. Nunca sabes cómo y cuándo puede quebrarse el equilibrio o trastocarse el ‘orden natural’ de las cosas.

Tiger sí tiene un problema aparentemente concreto y localizado. Las lesiones. Esa espalda castigada por reflejo de aquellas otras dolencias graves en la rodilla izquierda… Pero es imposible conocer qué pasa por su cabeza y si realmente dispondrá siempre de las mismas energías para regresar al ciento por ciento, para recomponer su instinto caníbal.

No cuesta tanto, en realidad, imaginar a Woods ganando de nuevo un Grande. Cuesta un poco más pensar que pueda ganar cinco… El reto es apasionante, de eso no cabe duda.