No hace tantísimo tiempo que Pablo Larrazábal ganó el BMW en Munich (poco más de tres meses). Hace menos tiempo aún que Sergio terminó sexto el Open Championship y sólo cuatro semanas desde que Eduardo de la Riva perdiera el KLM por un solo golpe.
Además, en los últimos cinco meses (no llega), Sergio jugó un desempate por el triunfo en el THE PLAYERS, Jiménez fue segundo en el Open de España, donde Campillo y Lara terminaron séptimos, Miguel repitió segunda plaza en Wentworth, ni más ni menos, donde Alejandro Cañizares fue décimo, Rafa Cabrera Bello rozó el triunfo en Irlanda (4º) y acabó quinto en Francia, torneos de gran calibre, Sergio fue 6º en Suiza, Pablo Martín terminó 4º en Rusia… Por no hablar del ‘hat trick’ de victorias completado en agosto por Nacho Elvira en el Challenge Tour.
El tiempo vuela y la memoria es terriblemente corta. Mucho más en España, donde parece que sólo cuentan las victorias, a ser posible en las citas más importantes. Somos así de puñeteros, comenzando por el arriba firmante. Por eso, a pesar de los registros citados, es posible que usted, como yo, sintiera que el golf español andaba atascado. En realidad, se trata sólo de alejarse un poco para ampliar la perspectiva, sin poner tampoco paños calientes: no es esta la temporada soñada por el aficionado o el periodista, las ha habido mucho mejores, pero hay donde agarrarse.
