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La levedad del dato objetivo

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Un dato objetivo es el que ofrecemos en Tengolf acerca de la sequía ganadora del golf español en el European Tour. No hay tu tía: se encadenan ya casi quince meses sin que uno de los nuestros cante victoria en el circuito europeo, una sequía que no se daba desde hace más de 22 años y, de momento, la tercera peor racha desde que existe el European Tour.

¿Las causas? En este punto también podemos encontrar algunos datos ciertamente objetivos. Uno de ellos podría ser el mal momento de Álvaro Quirós, Gonzalo Fernández Castaño o Pablo Martín, que surtieron de abundantes triunfos a la Armada años atrás. Otro, el lógico y progresivo bajón de Miguel Ángel Jiménez, que bastante hizo sumando triunfos de manera regular hasta pasados los cincuenta y que a lo mejor aún nos tiene reservada una penúltima sorpresa…

Pero reflexionemos también acerca de otra realidad, que tiene que ver precisamente con la levedad del dato objetivo cuando se está tratando del deporte al máximo nivel. Una realidad tan inquietante como interesante. Reflexionemos con dos ejemplos concretos:

– Rafa Cabrera Bello tiró un putt de eagle maravilloso el domingo en Dubai, hoyo 18, allá por el mes de febrero, que aún no entiendo cómo no entró. Acto seguido Danny Willett aún tenía que embocar un putt de birdie desde unos cuatro metros para ganar. Lo enchufó.

– Nacho Elvira, igual que todos los que estábamos allí, todavía se preguntará cómo embocó el coreano Wang aquel putt en el 18 del Royal Dar es Salam para hacer el birdie en el primer hoyo de desempate que iba a dilucidar el ganador del Trofeo Hassan II (mes de mayo), pateando desde unos siete u ocho metros y cuesta abajo, cuando el español tenía su bola situada para eagle a unos cuatro o cinco metros. La victoria, en este caso incluso más que en el de Rafa, estaba cantada después de que Nacho jugara un primer hoyo de desempate magnífico, con un segundo tiro a green descomunal…

En ambos casos, REALMENTE, OBJETIVAMENTE, el triunfo pudo caer del lado español tanto o más que del otro. Rafa jugó en Dubai un torneo modélico, metido desde el jueves entre la primera y la segunda posición, aguantando la carga de Willett el domingo sin mudar el gesto y superando al inglés en los hoyos finales, jugándose una madera de calle maravillosa en el hoyo 72 que sin duda mereció el eagle. Nacho, por su parte, anduvo también muy estable toda la semana, yendo poquito a poco de menos a más, pero situado en todo momento en la zona caliente y dando una lección de paciencia y saber estar durante el fin de semana bajo unas condiciones tremendas de juego por culpa del viento y la lluvia…

Si Rafa y Nacho hubieran ganado, o al menos uno de los dos, nada sabríamos de sequías y malas rachas, nada habríamos escrito acerca de ello. Conviene, por tanto, desdramatizar. Situar en su verdadera dimensión al éxito y al fracaso. Son dos impostores. O al menos deslumbran tanto como para impedirnos, a veces, valorar otras realidades que se abren paso por detrás.