En la era de las sandeces virales se corre el peligro de perder aquello que tengan que decir tipos como Francesco Molinari. Mensajes cargados de sentido común que a duras penas se abren paso entre la estulticia y banalidad que engordan a la nube digital. Merece la pena pararse a escuchar al flamante ganador de la Race to Dubai cuando habla largo y tendido. Lo hizo, por ejemplo, el miércoles pasado, en las horas previas al inicio del DP World Tour Championship.
Le preguntaban al italiano cuál había sido el secreto de su asalto a la cumbre del golf mundial en 2018. De su larga y bien estructurada respuesta, en la que por supuesto confirmaba que la receta inmediata de la poción mágica no existe, me quedo con un razonamiento concreto. Explicaba que, guiados por la impaciencia y las emociones negativas de los malos resultados, muchos golfistas caen en la tentación de hacer cambios a destajo. “Es fácil echarle la culpa a tu ‘staff’ o a los palos. Hay muchas cosas que uno puede cambiar…” decía. En efecto: se puede cambiar de entrenador si los resultados tardan en llegar, de caddie, de palos, de varillas, de agente… A lo mejor, hasta de amigos.
Molinari: “He sido lo suficientemente afortunado o inteligente, según cómo se quiera ver, de tomar las decisiones correctas en el momento correcto”
El secreto de Molinari, según él mismo, ha sido mantenerse al lado de la gente correcta e ir tomando decisiones sin prisa. “He sido lo suficientemente afortunado o inteligente, según cómo se quiera ver, de tomar las decisiones correctas en el momento correcto”.
No defiende Francesco que no haya que cambiar, pulir y añadir (su equipo de trabajo, sin ir más lejos, ha ido ensanchándose), sino que cualquier movimiento de este tipo puede y debe hacerse con la cabeza fría, sorbo a sorbo y en el momento oportuno. Reconoce, por ejemplo, que hay pasos que uno sólo puede dar cuando se tiene la madurez suficiente, y ponía como ejemplo su relación con Dave Alred, coach mental y pionero en la psicología del rendimiento. “Creo que si me hubiera encontrado con Dave diez años antes no habría dado los mismos resultados. Son esta clase de cuestiones las que acaban marcando la diferencia”.
La cultura del esfuerzo y el sentido común, valores en peligro de extinción que este deportista encarna. Y son a esta clase de tipos a los que hay que seguir, a los que hay que creer.
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