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Un buen amigo de la profesión me ha repetido varias veces que, de todos los deportistas que ha conocido, seguramente sea José María Olazábal el más íntegro, el más puro. La mejor persona, más allá de su quehacer profesional.
No es un asunto menor, si tenemos en cuenta que mi amigo es Redactor Jefe de la sección de Polideportivo (todo lo que no es fútbol) en el periódico más leído en España y en el universo hispano parlante. O lo que es lo mismo: ha conocido en los últimos veintitantos años a cientos de deportistas de múltiples y variadas especialidades. Tenía y tiene con quien comparar.
Me provoca cierto rechazo el deportista (normalmente futbolista), que señala su nombre y su dorsal después de marcar un gol, de encestar, o de hacer lo que sea. Chema gana y grita «for him» mirando al cielo…
Tampoco me motivan demasiado los Premios que se otorgan a través de la votación de un jurado. Ha sido así desde que era niño: no creo en ellos. Supongo que será porque nunca me han concedido ninguno. Pero hay que reconocer que de vez en cuando resultan inspiradores. Bienvenido sea entonces este Príncipe de Asturias.
