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Matteo y la Ryder, un matrimonio inevitable

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Cuando aún resuenan los ecos de Medinah, el próximo mes de septiembre nos encontraremos de nuevo en año Ryder…

Hay dos jóvenes jugadores europeos que son carne de Ryder. Uno es el danés Thorbjorn Olesen. El otro, más si cabe, es Matteo Manassero, el más joven entre los jóvenes. ¿Hacen falta pruebas de la capacidad de este jugador en match play y de su espíritu competitivo?

Por si hace falta, aporto una. Fui testigo ‘in situ’ en Saint Nom La Breteche de los últimos hoyos del partido que el italiano disputó en 2011 en la jornada de individuales del Seve Trophy. Le tocaba roer el más duro y nocivo de los huesos: Ian Poulter. A priori, su partido no debía decidir nada, puesto que el equipo británico había llegado a la última jornada con una ventaja poco menos que insalvable (11,5-6,5). Sin embargo, el milagro comenzó a tomar forma cuando la escuadra continental se puso en disposición de ganar los primeros cinco duelos individuales, lo que al final terminó ocurriendo…

Poulter y Manassero, que venían jugando en el octavo partido (en el Seve Trophy son diez y no doce como en la Ryder), se dieron cuenta bien pronto de todo lo que estaba ocurriendo por delante y se enzarzaron en un bellísimo duelo a muerte. La actitud y las prestaciones de aquel joven (entonces con 18 años, no lo olvidemos) resultaron tan asombrosas como emocionantes. Llevó a Poulter al límite y mantuvo hasta el hoyo 16 una ventaja de un hoyo arriba. Si uno embocaba desde cinco metros, el otro respondía desde cuatro metros y medio. El inglés se vio obligado a finalizar con tres birdies (¿un ensayo del sábado de Medinah?) en los hoyos 16, 17 y 18 para ganar por la mínima.

El 16, par 3, lo ganó Poulter de modo impoluto e incontestable y empató el duelo. La había dejado mucho más cerca y, por supuesto, embocaba el putt. En el 17, par 5, cuando la lógica apuntaba a que Matteo iba a deshacerse como un azucarillo en agua caliente, el muchacho se construyó una fantástica opción de eagle, que finalmente terminó en un birdie dado. Debería haberle bastado para ponerse de nuevo por delante, pero Pulter, desde una posición muy complicada, recuperó como los genios y sacó un birdie imposible. El 18 iba a decidir. Y de nuevo aparecieron todos los fantasmas: ¿Podría aguantar Manassero la presión?

Ambas salidas fueron a calle y el italiano tenía que tirar primero a green. Hizo exactamente lo que tenía que hacer, dejándose una opción razonable de birdie… La presión, para otros. Después, Poulter aún mejoró el tiro del italiano, quedándose a unos tres metros del hoyo y embocando el putt decisivo. Matteo sólo podía haber perdido aquel partido ante una bestia insaciable como el inglés, pero dejó una firma indeleble.

Ayer, Manassero reconocía que le había hecho especial ilusión unir su nombre al de  Constantino Rocca y Severiano Ballesteros en el palmarés ganador del PGA. ¿Qué decir entonces de la Ryder? A partir de septiembre, fruncirá el ceño y no parará hasta meterse en el equipo. A ver quién lo para.