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El director de un torneo tiene que estar al quite en mil situaciones, algunas de lo más insospechadas…
Que se lo pregunten a José María Zamora en el pasado Open de Andalucía de 2012.
Se disputó en el magnífico recorrido de Aloha, donde la calle de prácticas linda con algunas viviendas particulares. Y por allí, después de traspasar ‘silbando’ la valla, un vecino del campo y aficionado extranjero, andaba recogiendo cestas y cestas de bolas despistadas que los profesionales habían estado pegando a diestro y siniestro.
A unos treinta metros yo observaba curioso la operación, cuando de repente llegó Zamora al galope en su cochecito y, con tremenda exquisitez y hasta flema británica, le agradeció al ‘guiri’ su impagable labor de recogepelotas, mientras le animaba delicadamente a que le ‘cediera’ el botín. El sorpendido pescador de bolas, un adulto de más de cincuenta años, se marchó con esa cara que ponen los niños cuando han sido pillados ‘in fraganti’ en una trastada…
Al margen de lo anecdótico, creo que aquel torneo, en el que el francés Quesne cogió a todos con el pie cambiado cuando ya no había margen de reacción, supuso un antes y un después para Eduardo de la Riva. Salió en el partido estelar del domingo y aguantó bien la presión. Meses antes ya había mostrado su potencial en el Madrid Masters, y en Aloha su discurso no cambió (“me he demostrado que puedo estar ahí”), pero su tono mostraba aún mayor convicción.
Un particular resumen de 2012 en apetitosas píldoras…
– La intendencia informática de la Armada
– Con Rafa Nadal en un coche de cortesía en Abu Dhabi
– ¿Le dio el tiempo la razón a Olazábal?
– Seis putts lamiendo los bordes
– Un ejemplo ilustrativo de ese algo tan puñetero que tiene el golf…
– Lo que no cuela, no cuela
– Si tú supieras lo que te espera…
– Estrellas y estrellados en el partido estelar…
