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«Nen, la hemos liado»

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De acuerdo, no estuve en Augusta. Ni en 2012 ni nunca, por desgracia. Pero puedo pedirle a Alejandro Rodríguez que dignifique esta serie de recuerdos y este blog con algunas pinceladas del Masters, donde él sí estuvo…

Lo hago mientras rezuma todavía una envidia insana. Asquerosamente insana, diría yo.

Alejandro, te cedo los trastos:

Un placer y un honor colarme entre estos retazos de 2012 que tan brillantemente definen el binomio golf-Ten-golf en esta temporada.

El Masters es el golpe imposible de Bubba Watson en el primer hoyo del playoff para colgarse su primer chaqueta verde. Un golpe descomunal. Me quedo con los gestos de asombro de los compañeros estadounidenses, con los gritos y, cómo no, con las inevitables referencias a Seve de los ‘patoons’, como se conoce a las glorias del periodismo norteamericano que aún abarrotan el centro de prensa de Augusta.

El Masters también es el albatros de Louis Oosthuizen en el hoyo 2. Nadie dudaba en ese momento de que el sudafricano sería el ganador del Masters. Igualmente es el enésimo intento frustrado de Lee Westwood por ganar su primer major; la ilusión desbordante de un Jiménez convencido el viernes de que la Chaqueta verde podría ser suya; la ‘ausencia’ de Tiger; la desesperación de Sergio García, al que Augusta llevó una vez más al límite, aunque pocos recuerden ahora que acabó duodécimo; la emoción compartida de Olazábal y Fernández Castaño, uno porque allí siempre recuerda sus mejores momentos como golfista, y otro porque debutaba y andaba por el coliseo de Atlanta como un niño con zapatos nuevos…

Pero, sobre todo, para mí el Masters de Augusta, mi primer Masters de Augusta, son dos cosas: la espectacular pradera del tamaño de tres campos de fútbol que sirve de encrucijada del tee del 1, el del 10, el green del 18 y la calle del 17 y las deliciosas charlas con Sergio Gómez, algo más que la mano derecha de José María Olazábal, al pie del mítico árbol que marca el lugar donde deben situarse los medios para hablar con los jugadores. Recordar los Masters de Olazábal mediante su lúcida memoria es un placer divino.

Claro que no todo fue golf. El Masters también supuso mi primer encuentro directo con la siempre inquietante policía de tráfico norteamericana. Podría situarlo en el podio de los momentos de mayor canguelo de mi vida. Me atrevería a decir lo mismo de mi compañero durante esta semana, Raúl Andreu, periodista de El Mundo Deportivo. Conducía yo, era noche cerrada y prácticamente de la nada apareció por nuestra trasera un coche de policía que encendió las luces, activó la sirena y nos pidió megáfono en mano que nos detuviéramos. Tierra trágame.

Uno, que ha visto muchas películas, decidió no pestañear y poner las manos encima del volante. Mientras uno de los policías se acercaba parsimonioso por mi lado, sólo escuchaba la voz de Raúl repitiendo una y otra vez “nen, la hemos liado”.

El policía se colocó junto a mi ventanilla, bajé el cristal y comenzó a decirme una serie de cosas que si ya de por sí, con mi justito inglés, me habría costado entender, en aquella situación era absolutamente imposible. Por supuesto, seguía sin girar la cabeza, sólo miraba al frente. El agente debió pensar que me había dado un flash. En ese instante, Raúl, que sí lo entendió, me mira y me dice “pero nen, ¡llevas las luces apagadas!”. ¡¡Uuuups!!

A partir de ese momento, sólo recuerdo decir “yes, yes, thank you, thank you, yes, yes, thank you, thank you”… Y así unas diez veces. El policía sólo quería advertirnos.

Desde aquel día pongo la luz del coche siempre, aunque sea de día y tengamos 40 grados a la sombra.

Y ahora devuelvo los trastos al querido David Durán. No se pierdan la próxima. La historia de la historia del hoyo 18 del Olympic Club de San Francisco. Sensacional.

Un particular resumen de 2012 en apetitosas píldoras…

– La intendencia informática de la Armada
– Con Rafa Nadal en un coche de cortesía en Abu Dhabi
– ¿Le dio el tiempo la razón a Olazábal?
– Seis putts lamiendo los bordes
– Un ejemplo ilustrativo de ese algo tan puñetero que tiene el golf…
– Lo que no cuela, no cuela
– Si tú supieras lo que te espera…
– Estrellas y estrellados en el partido estelar…
– «Muchas gracias por recoger las bolas»
– Un lamentable don de la oportunidad…
– «Nen, la hemos liado»