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Pensemos en lo que sería ver en una parrilla de Fórmula 1 a cuatro o cinco pilotos españoles.
Pues un fenómeno igual de prodigioso es el que se está dando en Pinehurst esta semana, trasladado al golf femenino, con seis españolas en liza en el US Open.
El ejemplo, quizá, no sea demasiado afortunado, teniendo en cuenta lo distintas que son ambas prácticas (el automovilismo es algo más que talento deportivo, casi hace falta toda una industria detrás). Pero seguramente es todo lo llamativo que uno espera en la tarea de captar su atención, estimado y paciente lector. Disculpen la falta de rigor, pero tampoco es una trampa sibilina: hace apenas un puñado de años se hubiera tachado de tarado a quien afirmara que habría seis españolitas disputando el US Open a mediados de la segunda década del Siglo XXI.
Queremos insistir en el dato, además, antes de conocer el número exacto de jugadoras de la Armada que estarán dentro del corte. Ningún otro país de la vieja Europa ha partido con tantas representantes: Inglaterra (5), Francia (4) y Suecia (3) son las siguientes en la lista. Y no importa tanto que tres de las nuestras (Mozo, Silva y Hernández), se hayan metido por las previas. Como si acceder por tal vía fuera sencillo… Antes bien, son necesarios un arrojo, talento e ‘infraestructura’ que hace bien poco no existían para meterse en un US Open de esta manera.
Nunca hubo seis españolas jugando este ‘major’. Pero hay algo aún mejor. Quizá tarde en repetirse, ya veremos, pero a nadie le parece ahora mismo una locura que en breve pueda repetirse e incluso superarse esta cifra…
