Inicio Blogs David Durán El PGA en mayo, un cambio que apetece

El PGA en mayo, un cambio que apetece

Compartir
Quail Hollow, sede del PGA Championship 2017. © Twitter PGA Championship
Quail Hollow, sede del PGA Championship 2017. © Twitter PGA Championship

Da la sensación de que antes o después, pero en breve, el PGA Championship se trasladará al mes de mayo, lo que automáticamente llevará el THE PLAYERS al mes de marzo. Por ahí van los planes del PGA Tour, desde luego, que quiere ponerse como fecha tope para finalizar los play off de la Fedex Cup el ‘Labor Day’ en Estados Unidos, que se celebra el primer lunes de septiembre.

Aunque el PGA Championship, desde su primera edición en 1916, ha sido normalmente el último de los grandes en jugarse cada año, no siempre ocurrió así. Por ejemplo, ya se disputó en mayo en los años 1937, 1942, 1948 y 1949, por detrás del Masters y antes que US Open y British.

Nos guste o no a los mitómanos no siempre existió el concepto claro de torneo GRANDE, tal y como hoy lo entendemos. Por ejemplo, y ya que estamos en la semana del PGA: en el año 1938 este torneo se pisó las fechas con el British Open, a principios del mes de julio, una situación impensable en la era moderna del golf. El actual calendario de los majors, tal y como hoy lo entendemos (el Masters en abril, el US Open en junio, el British en julio y el PGA en agosto) no se estableció de una forma definitiva y consistente hasta 1972. Desde aquel año hasta nuestros días se ha mantenido inalterable tal y como hoy lo conocemos.

El PGA, de hecho, es el único Grande que se ha jugado en febrero (1971) y en diciembre (1929), pasando por largas épocas en septiembre y julio y tocando también de tanto en tanto los meses de octubre y noviembre…

Al  margen de razones de pura estrategia, ya sea comercial o de cualquier otro tipo, y de los choques de intereses que pueda ocasionar, que los habrá, lo cierto es que a bote pronto, para el aficionado medio, el traslado del PGA a mayo (raro será que no ocurra antes de 2020) entra bien por el ojo. Al menos aquí en España, donde el mes de agosto coge a la mayoría con el pie cambiado para casi todo.