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El jueves se acaban las apuestas. Mientras tanto, no dejan (no han dejado) de ser un aliciente. Os cuento desde Muirfield algunas de las últimas.
Por ejemplo, Álvaro Quirós y Rafael Cabrera Bello han caído en nueve hoyos ante Matteo Manassero y Eduardo de la Riva. Los dos pequeñitos nos han salido matones. Es pura anécdota, pero siempre alegra sutilmente la tarde del ganador…
El duelo entre Gonzalo Fernández Castaño y Martin Laird tenía aún más miga. Español y escocés comparten casa esta semana con otros compañeros y, antes de salir a jugar juntos esta mañana, han apostado pensando en las tareas domésticas: acordaron que el que perdiera debería servir al otro de camarero hasta que terminara el día. Un asistente de lujo en casa, vaya. Y hay que significar que el madrileño ha caído ante Laird, gracias fundamentalmente a un gran birdie del escocés en el hoyo 16. Pero podía haber sido aún peor. En el 18, y con la apuesta perdida, ambos acordaban de nuevo sobre el tee un ‘doble o nada’. Si Gonzalo ganaba el hoyo se libraba, si lo perdía debería servir como camarero a Laird miércoles y jueves…
Y el caso es que el segundo tiro del español se marchaba a un rough feo, reclamo de un bogey o algo peor. Pero desde allí sacaba una recuperación mágica y dejaba el castigo en un solo día.
Por último, Sergio tampoco salía bien parado ante Shane Lowry y Oliver Fisher. Español, irlandés e inglés acordaron que uno ganaba y los otros dos pagaban. Ganaba Lowry después de sacar un par imposible, también en el 16, en vista del huevo frito que se encontró en un bunker al llegar al green (VER FOTO). Es la ventaja que uno tiene cuando emboca un putt desde seis metros para par… A pesar de todo hay que significar el birdie espectacular de Sergio con el que cerraba su vuelta completa de entrenamiento en el hoyo 18, dejándose un putt de un metro después de pegar un segundo tiro desde casi 180 metros…
