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¿Qué busca Tiger?

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La ruptura de Tiger con Sean Foley ha sido amistosa. El jugador busca algo más que es intangible. ¿Cómo podríamos llamar a ese algo más? ¿Confianza? ¿Convicción? ¿Motivación?

Esta relación (desde abril/mayo de 2010 hasta agosto de 2014) ha resultado más provechosa de lo que parece. Foley recogió a un Tiger que estaba pagando un terrorífico peaje por sus conflictos extradeportivos y que, además, volvía a sufrir lo indecible por las lesiones en 2011, año en el que por ejemplo no pudo jugar el US Open ni el British.

Después, recuperadas la salud y la estabilidad emocional, reconquistaba el Número 1 y ganaba ocho torneos en el circuito americano entre 2012 y 2013. Sin embargo…

Sin embargo, su rendimiento en los ‘majors’ no volvió a ser el de antaño. Había perdido su aura de ‘killer’ en las citas que más le importan. Tuvo sus opciones aquí y allá, pero se atascó en la hora de la verdad, el territorio donde él casi siempre aniquilaba a sus rivales. ¿Tiene Foley la culpa de ello?

Por supuesto que no. Y Tiger lo sabe. Es un gran entrenador, pero no tiene la pócima mágica de la confianza en los greenes. Nadie la tiene.

Porque, lesiones aparte, la única diferencia entre el Tiger ganador de ‘majors’ y el de 2012 o 2013 ha sido la pérdida de una virtud muy concreta: dejó de embocar los putts decisivos en los momentos de máxima ansiedad. Traducido al idioma del planeta Woods: dejó de embocar los putts decisivos, los putts-llave, cuando se estaba jugando un ‘major’.

¿Qué busca entonces Tiger? Puede que quiera reencontrarse en los orígenes, regresar a un ‘lugar’ que le inspire. Desde este punto de vista todos los caminos llevan a Butch Harmon.

Pero, con Harmon o con el de más allá (como si le da por ser su propio entrenador) las preguntas decisivas son:

– ¿Le permitirá su físico entrenar como él acostumbraba?

– Y si es así, y por aquí van más bien los tiros: ¿está dispuesto a recuperar aquella ética de trabajo que siempre lo distinguió? ¿Le compensa?

Hank Haney ya contó en su libro que Woods había perdido aquel afán. Digamos que Haney, con su confesión, fue de todo menos leal. Y Foley también esperaba algo más del californiano en este sentido, aunque él nunca lo confirmará en público.

Si el retorno de Tiger a los orígenes pasa por aquí, cualquier decisión que tome puede ser positiva para su juego. Si no, quizá sólo sea una huida más hacia adelante.