Inicio Blogs David Durán ¿Qué tal si al 51º intento se alinean los astros?

¿Qué tal si al 51º intento se alinean los astros?

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Faltan 834 días

Tras la disputa del reciente Accenture se acumula ya en la historia del golf la estimable cifra de cincuenta Word Golf Championships.

A saber. Dieciséis ediciones del Accenture, catorce de lo que hoy es el Cadillac, antes CA (no se jugó en 2001), quince del Bridgestone y cinco del HSBC, el último en incorporarse. Afrontamos en Doral el WGC número 51. No hace falta recordar que de momento ningún jugador español ha inscrito su nombre en el palmarés de alguno de los cuatro.

No es sencillo si tenemos en cuenta que un solo jugador, Tiger Woods, ha ganado cerca del cuarenta por ciento (36 %) del total (18 triunfos). Y más de un cuarenta (42,85 %) de los que ha jugado (18 victorias en 42 apariciones). Este Cadillac lo va a jugar así que, según la estadística, las opciones del resto disminuyen drásticamente. Veremos en todo caso cómo está su espalda. Y puntualicemos: la gran dictadura de Woods se dio entre 1999 y 2008, años en los que ganó quince de sus dieciocho títulos de WGC.

Y los nuestros, qué, cómo andan…

Seamos prudentes, muy prudentes, pero las expectativas son moderadamente buenas. Gonzalo Fernández Castaño llega con el juego al alza y sale casi como anfitrión: no debe haber muchos profesionales que hayan jugado más que él este nuevo recorrido de Doral. ¿Concede tanta ventaja esta situación? No tanta, no tanta, o desde luego menos de lo que nos gustaría, pero evidentemente es un plus con el que cuenta.

Sergio transmite excelentes sensaciones. Ahora mismo, cualquier cosa parece posible con el de Borriol por medio. Incluso la victoria. Pero las leves molestias en el hombro que sufría el miércoles suponen, sin duda, una mala noticia.

Y Miguel. Al malagueño se le ve feliz y relajado por el simple hecho de haberse quitado de encima el antiguo Blue Monster. Ya es un punto a favor. Aquel campo le horrorizaba. No le entraba por el ojo y terminaba perdiendo siempre la batalla psicológica, hasta el punto que nunca fue capaz de bajar de setenta golpes más allá de la primera ronda. Era un recorrido que iba minando su moral. Y los viernes, sábados y domingos, año tras año, se transformaban casi siempre en jornadas pestosas.