Jon Rahm ha cerrado su sexto Grande, el quinto como profesional. Resulta de lo más curioso comprobar que el mejor resultado lo obtuvo en el primero de todos ellos, precisamente el que jugó como amateur, el US Open de 2016, que además se disputó en un coloso como Oakmont (allí acabó 23º), justo aquel en el que menos expectativas tenía…
Es un dato que sólo tiene una importancia relativa, que incluso puede responder a la casualidad, pero que Rahm debe llevar a su terreno y sacarle punta en la línea de lo que viene trabajando en las últimas semanas: las altas expectativas y los retos históricos como objetivo pueden y deben ser el impagable combustible del día a día, sin pudor alguno, pero es útil también encontrar el modo de aparcar este tipo de consideraciones en cuanto comienza a volar la bola desde el tee del 1…
En ello anda. Y él es un especialista en acortar plazos. Aprende rápido y es más que probable que su actuación en los Grandes de 2018 sea sobre todo más fina y consistente. En todo caso, es de ley negarse en rotundo a considerar y valorar la temporada de Rahm sólo desde el punto de vista de los Grandes. Y esto no ha terminado todavía…
