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Rebelarse contra la evidencia

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Faltan 506 días

En la T4 del aeropuerto de Madrid, cinta de recogida de equipaje. Hace doce días, cuando regresábamos de la Final del Challenge en Dubai. Una charla con Pedro Oriol mientras salen o no las maletas.

Es domingo y en seis días el madrileño iniciará la Final de la Escuela. Yo me he hecho mi propia composición de lugar: no lo veo muy allá y me da la sensación de que los dos últimos palos que se ha llevado (en Omán, aquel 83 yendo líder, y en Dubai, donde ninguna vuelta terminaba de cuajar como merecía su juego) harán mella antes o después en una competición salvaje a 108 hoyos.

Pero me dice que se ve fresco. Que está entero. Que no está dispuesto a afrontar con temor la prueba y que no le supone ninguna agonía pensar en seis vueltas a cara de perro. Me dice, cuando casi nos estamos despidiendo, que él sabe que su juego vale más que el resultado que ha firmado en cada una de la tarjetas de 2014 y que siente que algo bueno va a pasar, que tiene esa corazonada…

Casi me convence. Sólo casi. Así que cuando el miércoles entrega un 77 pienso en lo peor: por más que uno niegue la evidencia…

Sin embargo, Oriol demostraba 24 horas después que no negaba ninguna evidencia, sólo se rebelaba contra ella. No era la rebeldía, además, del desesperado, tal y como ha quedado demostrado en el PGA de Catalunya después de seis duras rondas. Se fundamentaba en pruebas empíricas, su juego. Sobre todo su juego corto, habría que puntualizar, faceta en la que ha mejorado una barbaridad.