Inicio Blogs David Durán Sergio al fade

Sergio al fade

Compartir

Hay que reconocer que el Honda Classic se lo llevó el mejor. Adam Scott estaba haciendo cosas que no estaba haciendo nadie allí. Tan sobrado iba durante las tres últimas rondas que hasta fue capaz de ganar un torneo apuntándose un cuádruple bogey, losa que en circunstancias normales deja al jugador sepultado en el limbo de los candidatos fallidos. La última vez que ocurrió fue en el Tour Championship de 2009 y la hazaña corrió a cargo de Phil Mickelson, quién si no.

No son los  únicos. A Álvaro Quirós lo vi yo ‘in situ’ ganar un torneo, el Dubai Desert Classic de 2011, firmando dos triples bogeys, uno de ellos en la ronda final, pero es que el muchacho era aquella semana algo así como un pura sangre desbocado: el domingo se comió el triple, sí, pero venía de hacer un eagle en un par 4 y después firmaría un hoyo en uno…

Hay que tenerlo muy claro para sobrellevar un leñazo de ese calibre. Y el australiano no tardó ni medio minuto en comprender que aquello había sido solo un accidente y que nadie le estaba pegando a la bola como él.

Certeza de la que no disfrutó en plenitud Sergio García, que no dejó de cortar la bola descaradamente durante todo el torneo, sobre todo el domingo. Y aún así, llegaba hasta el hoyo 71 con serias opciones. Este fue el swing de urgencia tras el fiasco de Riviera: fade controlado en más del noventa por ciento de los tiros.

El draw es la medida de la excelencia de su juego. Cuando puede pegarlo con naturalidad normalmente está arriba. Así pues, la lección que ha refrescado es que sin este recurso también es capaz. Que no ganara en Florida nada tiene que ver con su desconfianza para jugar al draw, sino más bien con un problema de temple y estabilidad cuando las pulsaciones se disparan. Son pequeños matices muy difíciles de valorar o pulir y tampoco puede decirse que en el PGA National se viniera abajo, ni mucho menos. A pesar de los pesares y de los errores en el 16 se le vio mucho más fuerte de cabeza que en otras ocasiones. Simplemente se aceleró en dos o tres momentos puntuales: en el aprochito del 16, por ejemplo, o en el del 17 (muy complicado, por cierto), que se lo quitó de encima cuando al cámara de TV casi no le había dado tiempo a llegar, y de todos modos el resultado no fue horroroso…

Yo no tengo la menor duda de que Sergio estaría luchando hoy mismo por el Número 1 del mundo si tuviera más afilado el instinto de ‘killer’. Pero no se puede tener todo. Esa es su lucha. Y él sigue ahí, dale que te pego.